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Además de la radicalización de las posiciones y por supuesto, la falte de atención a lo que la otra parte reclama, el conflicto magisterial ha quedado atrapado en dos puntos: la forma de evaluar a los maestros y el que se tenga la oportunidad, por como quedaron las reformas aprobadas, de que de esa evaluación dependa el tener trabajo.
El gobierno por un lado, quiere que se acepte lo hecho y que se de por buena una sola forma de evaluar a los mentores. El magisterio a su vez, quiere que el “término” permanencia aprobado con las reformas, sea eliminado o por lo menos debidamente aclarado y que se acepte la “autoevaluación”.
La batalla es de todos conocida. Y la escalada que se ha registrado en estos días, lo mismo.
Ante ello y poco antes de iniciar una visita por naciones de Asia, el presidente Peña Nieto lanzó una dura andanada que tenía como destinatario obvio a los maestros.
Pero no deja de ser interesante que, justo en el mismo evento, en Veracruz, Jaime Labastida, al frente de la Academia de la Lengua, haya lanzado una propuesta que, bien vista, podría servir para aclarar muchas cosas.
De entrada, Labastida recordó que el español no ha recibido el grado de idioma oficial para nuestro país. Y pidió que se cumple con el trámite adecuado para ello.
Enseguida, y aquí es donde las cosas se convierten en algo muy importante, demandó que otro tanto, esto es, reconocer como idiomas oficiales, a las lenguas amerindias tengan el mismo carácter en los territorios en donde se hablen.
Michoacán lo haría con el purépecha; Sinaloa con el mayo; Sonora con el yaqui, etc.
Dicho de otra manera, Labastida pide que se entienda a cabalidad lo que ya está en la Constitución y que no es otra cosa que la famosa diversidad. Y si hay diversidad en todos los terrenos, ¿puede existir una sola forma de evaluar a los maestros?
El debate en el terreno de la “permanencia” parece perdido para el gobierno. Difícilmente algún maestro aceptaría que su trabajo dependiera de una evaluación en la que podrían darse condiciones que nada tuvieran que ver con la diversidad de la realidad. SNTE o CNTE lucharán en este terreno, por más que la idea de lucha sea muy diferente.
Pero en el caso de la evaluación, el principio de las diferencias, o diversidad, parece ser muy claro. Por supuesto, se puede atacar la idea de la auto evaluación. Pero hay muchos casos en donde ese método existe. Y funciona. No se trata de que los maestros mismos digan lo que es bueno o lo que no. Se trata de tener métodos adecuados para cada caso.
De esta manera, justo cunado el presidente Peña se lanzaba de frente para advertir que no se tolerarán ataques a la reforma educativa, Jaime Labastida hacía notar, mediante el tema del lenguaje, que nuestro país es multilingüistico y que por ello mismo, habría que aceptar otros idiomas como parte de la pluralidad. Dependiendo caso por caso, de la lengua que se hable en cada zona. ¿Y si el idioma es diferente, no lo es todo lo demás?
El tema de la reforma educativa se ha radicalizado. La cerrazón de las partes es obvia. Pero ¿no sería mucho más fácil aceptar que las diferencias existen y en base a ellas, dialogar con quienes son diferentes?
QMX/nda