Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido/Felipe de J. Monroy
La batalla hacia el interior del PAN se ha convertido en una lucha sin cuartel. Y sin límites. Y las partes en pugna han entendido, no sin mucho pesar, que buena parte de sus proyectos, depende de lo que sean capaces de negociar con el priismo en el poder.
Así, si un grupo firma el Pacto por México, el otro reacciona y deja sentir su peso para que los proyectos oficiales se entorpezcan de tal manera que el gobierno sepa que no tiene la sartén por el mango.
El inicio del sexenio fue un evento cargado de “buenas nuevas”. El “cambio” por fin había llegado. Y el quehacer político alcanzaba un punto culminante. Las fuerzas políticas en el país se unían en torno a un proyecto nacional y sólo restaba esperar las fechas de realización para que todo se consumara.
Pero a poco más de dos meses, el escenario ha cambiado. El optimismo ya no es desbordante y por más encuentros y reuniones que se realizan con los líderes de las oposiciones, para todo mundo es obvio que los acuerdos firmados no representan la realidad política nacional.
De esta manera, las reacciones en el gobierno dejan ver que están por tomar las decisiones finales. El qué, el cómo y el con quién, ya tienen un tiempo y una forma.
Y en esas decisiones, curiosamente las definiciones hacia el interior del PRI podrían ser parte del mensaje.
En Baja California habrá elecciones para gobernador este año. Y el PAN podría perder una posición muy importante. Después de casi 20 años, el partido blanquiazul está a punto de perder un gobierno que no sólo es el primero que alcanzó, sino que se ha convertido en bandera de muchos de sus posicionamientos.
Y si el PRI va “con todo” para ganar Baja California, habrá en el PAN un grupo de derrotados. Y no serían otros que aquellos que tienen bajo su control las decisiones en Acción Nacional. Visto de otro modo, aquellos que se enfrentan con Gustavo Madero vería con agrado la derrota, ya que la factura correría, totalmente, a cargo de la dirigencia actual.
En otras palabras, una derrota del PAN en Baja California debilitaría a un grupo. Y por lógica, daría fuerza al otro. Y daría al gobierno y al PRI un sólo interlocutor que es a final de cuentas, lo que se quiere.
Por ello se ha endurecido la batalla interna en el PAN. Por ello se han endurecido las posiciones en contra de ciertos proyectos oficiales. Todo es parte de una lucha que, poco a poco, alcanzará la ruta de los acuerdos finales.
El gobierno sabe que, discursos aparte, las izquierdas no son un socio confiable, por más que firmen los acuerdos.
Pero también saben que un PAN dividido es aún un socio menos confiable. Por ello, esperan que se definan las cosas. Y si sus decisiones pueden ayudar de manera directa o indirecta, la parte sencilla será decidir qué es lo que se quiere, con quién se quiera y cómo se quiere.
Y las elecciones de Baja California se han convertido en una pieza importante dentro de las estrategias. Y no falta mucho para que todo el panorama se aclare totalmente.
QMX/nda