
Visión financiera
Lejos de entrar de lleno a la transparencia en lo que a la violencia en el Distrito Federal se refiere, el gobierno capitalino ha decidido acentuar su torpe accionar y a pesar de los costos que ello le significa, mantener la línea de contradicciones y respuestas que, lejos de aclarar nada, enredan aún más la de por sí ya difícil situación.
La desaparición de los jóvenes de Tepito en un antro de la Zona Roza capitalino, la aparición de un comando que asesina a cuatro en un gimnasio en la colonia Morelos y la incapacidad de las autoridades para hacer frente a la crisis obligó al gobierno de Miguel Mancera a cometer nuevos errores y a colocarse como blanco de todas las críticas.
Para el gobierno capitalino, no hay en el Distrito Federal cárteles de la droga, ni delincuencia organizada. Se trata de “hechos aislados” y del accionar de bandas solamente. Esto es, las extorsiones, levantones, asesinatos, robos con violencia y demás delitos en la ciudad de México son apenas, resultado de grupos que no tienen importancia.
El problema sin embargo, es que la violencia, sea del tipo que sea, también provoca muertes y miedo a los capitalinos. Y si todo se reduce al “narcomenudeo” como dice el gobierno del Distrito Federal, habría que explicar al mismo tiempo, cosas tan simples como aquella interrogante que buscar resolver el ¿de dónde viene la droga para las ventas “en pequeño”? ¿En dónde están los laboratorios que procesan esa droga? ¿En dónde se empaqueta y se reparte a los vendedores? ¿Quiénes controlan ese narcomenudeo?
Más aún, ¿cómo es que los antros funcionan de manera irregular, venden droga y manejan precios de la manera en que les viene en gana, sin que la autoridad se entere de lo que pasa en esos sitios?
El comportamiento del gobierno del señor Miguel Mancera no puede ser más errático. Las autoridades se decidieron a enfrentar el asunto de la “ausencia” de los jóvenes de Tepito varios después de sucedido el evento y ello sólo bajo la presión de los familiares de las víctimas.
Las autoridades quedaron atrapadas en su enorme incapacidad para comunicar y fueron rebasadas por la realidad. De esta manera, cuando negaron los hechos, aparecieron los testigos; buscaron desacreditar a los testigos y aparecieron los videos. Se negaron a reconocer el tamaño del problema y se registró el asesinato de cuatro tepiteños más.
Finalmente, se lanzaron de cabeza a una operación que más parece una acción desesperada para evitar que el miedo se apodere de la ciudad, al afirmar que todo el problema se reduce a “hechos aislados” y no a la presencia de cárteles, cosa que por supuesto, muy pocos les creen.
La verdad es que el gobierno del Distrito Federal se niega a explicar con claridad, lo que sucede en la ciudad. Quieren mantener el problema en un perfil que les permita encontrar un punto de soporte para evitar que el equilibrio se pierda.
Pero el reto no es sencillo. Miguel Mancera ha hecho una apuesta política que podría no darle el resultado que busca, y ello no sólo ahondaría la crisis, sino que elevaría los niveles de descomposición en una ciudad que, dígase lo que se diga, está muy lejos de tener buenas autoridades y niveles de seguridad envidiables.
QMX/nda