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CIUDAD DE MÉXICO, 30 de octubre de 2020.- Los organilleros del Centro Histórico de la Ciudad de México enfrentan tiempos difíciles, pero ninguno que los obligue a silenciar el característico sonido que evoca al siglo pasado.
Gerardo es una de la decenas de ejecutantes de este instrumento que diario suena por 12 horas y desde hace cinco años, de septiembre a diciembre, cambia el tradicional uniforme beige que distingue a los organilleros y se caracteriza como revolucionario, catrín, calavera o duende navideño.
«A la gente le llama la atención verte así; entonces, a las personas (que normalmente) no les gusta darnos (dinero), porque a lo mejor no les gusta lo que hacemos, tal vez por el ruido y que a diario nos ven, pero hay quienes llegan y me dicen: ‘porque te disfrazaste (le dan dinero), no creas que es por la música’; entonces creo que me ayuda», acepta.