Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Sector salud como en Haití
Hay hombres que no suben después de caer.
Arthur Miller (1915-2005) Dramaturgo estadounidense.
Por Víctor Sánchez Baños
¿Alguien ha visto al secretario de Salud federal, Jorge Alcocer?
A principios de sexenio nos dijeron que tendría sus oficinas en Acapulco y se gastaron una millonada para construir sus oficinas con lujo que ni Obama se atrevería a tener. Pero, ni en Acapulco, ni en el viejo, pero también lujoso edificio de Lieja en la Ciudad de México. Ese médico, “como los daneses”, cobra sin trabajar.
El mismo destino de Alcocer, es el mismo del sector salud mexicano en la Cuarta Transformación. Es deplorable y un insulto a la inteligencia del Pueblo Sabio, como lo califica el presidente.
Andrés Manuel López Obrador, prometió un sistema de salud de primer nivel, universal, gratuito y de calidad, con atención médica para todos los mexicanos y medicamentos gratuitos, con médicos generales y especialistas suficientes, con estudios diagnósticos en los centros de salud, así como equipos completos y de tecnología de punta.
Todos los mexicanos tendrían acceso a esos servicios; tanto la población con seguridad social, como los que carecen de ella.
Para los analistas jilgueros de la izquierda mexicana, en universidades públicas como la UAM Xochimilco, el único mérito no está en el proporcionar salud a la población, sino frenar el esquema “neoliberal” de privatización.
Pero, en un análisis parcial, piensan que AMLO cambió el modelo para atender a la población sin seguridad social al eliminar al seguro popular que implementó Vicente Fox en 2003, al sustituirlo primero por el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi) que resultó un rotundo fracaso y un derroche de recursos que sumaron más de 800 mil millones de pesos tirados a la basura.
Demagógicamente, López hizo pensar a muchos mexicanos que no era necesario afiliarse, como ocurría con el Seguro Popular y todo mundo podría acceder al sistema. Esto fue falso. Si una persona pedía que le hieran un diagnóstico no se lo daban; el uso de aparatos para resonancia o tomografías, se daban cita hasta después de la muerte del paciente y la distribución y entrega de medicinas, se tardaba hasta más de un año.
Eso sí, no se pagaba a los hospitales privados para la atención de diálisis, análisis de laboratorio y otros servicios. De verdad, los familiares de mexicanos que murieron por la falta de atención medica, aunque fuera de los miserables neoliberales, siguen agradecidos con el sistema que orquestó el subsecretario Hugo López Gatell, quien vive en la holgura económica y en completa libertad, pese a que sobre sus espaldas pesa la muerte de más de 800 mil mexicanos en la pandemia de Covid19.
Aunque el Seguro Popular no era lo idóneo, podría haberse mejorado. Incluso, para la egolatría del Líder del Ejecutivo, podría haberle cambiado de nombre. Su destrucción total dejó esfuerzos financieros tirados a la basura.
Por fortuna para muchos mexicanos, el Insabi demostró su fracaso y ante el monumental elefante blanco en que se convirtió, y fue sustituido por otro organismo igual de inoperante: el IMSS Bienestar. Dijo que ya no se necesitaba afiliarse para recibir atención médica. Esto fue falso y tengo testimonios de primera mano de quienes sufrieron la burocracia estalinista en esos hospitales y no recibieron, al final de cuentas, atención básica. De especialidades, ni como buen deseo.
Si AMLO creyó que eso ocurría, Alcocer y toda la mafia de Salud, le mintieron.
Sobre la distribución de medicamente, el compadre presidencial venido a menos, Carlos Lomelí, un empresario farmacéutico de Jalisco y ahora legislador electo de Morena, quería quitar de en medio a su principal competidor y distribuidor de medicamentos del sector salud, Carlos Álvarez Bermejillo, de Grupo Pisa. Lo logró y provocó un desabasto de medicamentos contra el cáncer que no logró recuperar en todo el sexenio.
El principal fracaso de AMLO en materia de salud fue la falta de medicinas que lo llevó a crear una “mega farmacia”, que las entregaría en menos de 48 horas. Se gastaron millones y más millones de pesos y no mejoró el sistema. Muchos mexicanos murieron por esos desatinos.
La incompetencia, también genera muerte y miseria.
De Dinamarca, como prometió AMLO, ni hablar.
PODEROSOS CABALLEROS
NASHIELI RAMÍREZ
Cuando deformar el idioma, es una bandera política y en especial de la izquierda. Hace unos días invitaron a la “presidenta” (término aprobado por la Real Academia Española) de la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX, Nashieli Ramírez, a una plática en una universidad en Perú. En redes sociales se divulgó la manera como corrigieron a la política mexicana. Nadie hizo eco de lo que dijo sobre los derechos humanos en CDMX. En cambio, se resaltó el usar la palabra “todes”, fue corregida y ofreció disculpas. La izquierda iberoamericana quiere deformar nuestro bello idioma, el castellano. Usar expresiones con toque inclusivo, es un hecho demagógico. La no discriminación es fundamental y el respeto a TODOS es la clave para una mejor convivencia. Los políticos de izquierda como el expresidente Alberto Fernández de Argentina, usaba hasta el hartazgo la palabra “todes” y acaloradamente exigía que ninguna mujer fuera golpeada, mientras le daba una “madriza” (mexicanismo aceptado por la RAE) a su pareja, Fabiola Yáñez, y madre de su hijo. Dato culto, en junio del2021, la RAE rechaza el uso de la palabra “todes” como lenguaje inclusivo para sustituir “todos y todas”. La RAE considera que la “e”, “x” o “@” son innecesarios y que el género masculino de las palabras puede abarcar el femenino en ciertos contextos. La RAE también ha dicho que “todes” es una extravagancia que no facilita la comunicación. Sólo una minoría de una minería la usa; la izquierda, pues.
RESPONSABILIDAD SOCIAL Y GOBERNANZA
BMV
MéxiCO2 plataforma de mercados ambientales del Grupo BMV se unió a la Alianza de Protección de Suelos en México, junto con el Consejo de Desarrollo Agropecuario e Industrial de Jalisco con la misión de revertir el daño de 64 por ciento de suelos erosionados y 26 por ciento en proceso de desertificación en el país.