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CIUDAD DE MÉXICO, 2 de marzo (Quadratín México).- El poeta mexicano Guillermo Prieto, quien cultivó todos los géneros literarios y fue, además, cronista y poeta popular de las sucesos nacionales, murió el 2 de marzo de 1897, dejando testimonio de importantes hechos históricos, como los ocurridos en la Independencia, la guerra de Texas y el Imperio de Maximiliano.
De acuerdo con sus biógrafos, Prieto, nacido el 10 de febrero de 1818, en la Ciudad de México, evitó el fusilamiento de Benito Juárez en Guadalajara al decir: “Los valientes no asesinan”, justo cuando los soldados tenían la orden de fusilar al mandatario.
Su infancia fue difícil, ya que fue huérfano de padre y su madre padecía demencia. Fue Andrés Quintana Roo quien se convirtió en su benefactor, consiguiéndole trabajo en la Aduana; juntos fundaron en 1839 la Academia de San Letrán, importante asociación literaria mexicana del siglo XIX, reseñó el portal de Internet “biografiasyvidas.com”.
Además, fue secretario de Valentín Gómez Farías y de Anastasio Bustamante durante el período presidencial de este último, tiempo durante el cual comenzó a colaborar como redactor para el Diario Oficial.
Como parte de su trayectoria, también se desempeñó como crítico teatral y utilizó el seudónimo de Fidel para escribir diversos géneros literarios.
Junto con Ignacio Ramírez fundó el periódico satírico “Don Simplicio” y fue también un feroz crítico del gobierno de Antonio López de Santa Anna, aunque participó activamente en la rebelión de los polkos en 1847 y finalmente se inclinó por la corriente liberal.
Su obra literaria, a decir de la crítica especializada, se caracteriza por tener un estilo apegado al romanticismo, destacan una crónica de la vida social, política y literaria del siglo XIX mexicano, titulada “Memorias de mis tiempos”, y algunos artículos costumbristas que publicó en diversos diarios de la su época.
Igualmente, sus textos dramáticos “El alférez”, “Alonso de Ávila” y “El susto de Pinganillas”. En cuanto a su obra poética, ésta se divide en composiciones patrióticas y versos populares inspirados en el folclore. Además, imitando la poesía de la época popular española, exaltó los hechos culminantes de la lucha de México por su libertad durante la Independencia, en “El romancero”.
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