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MADRID, 21 de septiembre (Quadratín México).- Con la idea de incitar a una reflexión deconstructiva para poner a juicio una parte importante de la civilización occidental, el escritor, músico, filósofo y empresario mexicano Francisco de Paula León Olea presentó hoy aquí su libro “Del color del cielo y de la tierra”.
“Estamos en una época en la que hay que cuestionar absolutamente todo, porque el modelo no está funcionando”, dijo en entrevista durante la presentación, la cual tuvo lugar en un popular café del centro madrileño.
Anotó que le llama la atención que “incluso los movimientos más radicales se quedan en la superficie”.
Para De Paula León Olea, la religión tiene una importancia capital, ya que supone la piedra angular del poder.
Remarcó que su novela pretende hacer una profunda reflexión sobre el ser humano y cómo se ha dejado influir por la subordinación que emana de la religión y del pecado original.
“La idea es hacer un análisis del tema del pecado original, saber cómo nos vemos a nosotros mismos a partir de una cultura en la que nos dijeron que nacimos de una imperfección muy importante, que nacimos desde el génesis. Es un ejercicio para imaginar un mundo distinto”, aseveró.
Puntualizó que “si Marx dijo que la religión es el opio del pueblo se le olvidó decir que la política es la cocaína del pueblo. La consecuencia inmediata de la subordinación por el pecado es el poder, no existe el poder sin la subordinación”, afirmó el escritor mexicano.
Sostuvo que se puede reflexionar sobre el hecho de que la historia del poder político tiene su origen en el religioso, “primero con los chamanes, luego los emperadores, luego por los reyes y finalmente se le atribuyen casi poderes divinos, incluso a las democracias”.
En ese contexto, puso como ejemplo perfecto a “la teocracia estadounidense”.
El escritor consideró que desde el punto de vista de la filosofía no se puede poner a juicio la cultura si no se hace primero con el sustrato invisible que la explica.
Manifestó que el poder económico “tiene su origen en la concentración del poder político y éste en la narrativa religiosa”.
Parafraseó a Harold Bloom, quien aseguraba que el ser humano es producto de las narrativas, por considerarlas a todas religiosas como literatura.
“El poder que emana de esa literatura fantástica, pues la literatura religiosa podría estar en el subgénero de la literatura fantástica, fue la herramienta sobre la que construimos nuestra civilización”, resaltó.
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