Teléfono rojo/José Ureña
Primero, desde LeBarón, quiero externar mi solidaridad con el pueblo de Acapulco, Guerrero, estoy convencido que con su fuerza y apoyo de todos los mexicanos, pronto se pondrá de pie, para regresar más fuerte que nunca.
Aprovecho este espacio para comentar que hace unos días me otorgaron el cargo honorario de Delegado de Vinculación con el Sector Agrícola por Movimiento Ciudadano, de la región noreste de Chihuahua, estoy convencido que me permitirá trabajar para dar solución a los problemas del campo que hemos tenido en la época reciente.
El campo ha representado mucho para nosotros como comunidad. Gracias a la agricultura pudimos establecernos como comunidad. Somos de una parte del noroeste de Chihuahua, donde cuesta más trabajo que la tierra produzca, y aún así, por generaciones hemos logrado que nos de sus frutos.
Nosotros la honramos cuidándola, viviendo dignamente de lo que ofrece, inculcando el amor a este sector a nuestros jóvenes, y generando prosperidad para la región. Sin embargo, como pasa en todo México, el campo no es prioridad para el gobierno, a pesar de lo que representa para los mexicanos.
Los productores del noroeste de Chihuahua necesitan una solución al problema de la falta de energía eléctrica para el campo. Para completar los ciclos del trabajo de la tierra, es necesario la electricidad, pero hasta el momento es insuficiente; la Comisión Federal de Electricidad no puede con el paquete, además de que se evidencia un problema de corrupción que nos tiene en crisis y al borde una catástrofe.
Quienes producen en esta gran extensión de tierra, logran cosechar algodón, maíz, sorgo, cebolla, chile, trigo, nuez, entre otros productos, y representa, en algunos cultivos, un importante porcentaje de la canasta básica de alimentos en el país, por ejemplo se produce hasta el 20 por ciento de algodón que utiliza a nivel nacional, pero por la crisis que se atraviesa, se ha perdido hasta el 70 por ciento de las cosechas.
Hoy muchos productores están en quiebra y lo único que cosechan son deudas. Hay instituciones financieras que ya tomaron tierras porque los agricultores no pudieron pagar, resultado del monopolio ineficaz de la CFE para abastecer de electricidad.
Nuestras comunidades son agrícolas, es decir que alrededor del campo, edificamos nuestras ciudades y poblados, escuelas y centros religiosos, así como las unidades productivas, por lo que nuestra vida, gira en torno al campo.
El mismo problema lo tienen escuelas, hogares, comercios, que no tienen energía, ni para los electrodomésticos. Ejemplos sobran, pues en la región las temperaturas son extremas y se tienen que suspender las clases varias veces al año porque el aire acondicionado o la calefacción no funciona, y no se puede tener a los muchachos expuestos tantas horas a climas extremos. Hay ocasiones en que no hay agua potable, porque las purificadoras funcionan con energía.
Si se deja de producir, no sólo perdemos cosechas, hablamos de comunidades enteras que se encuentran vulnerables, y no queremos ser parte de las estadísticas de poblaciones abandonadas.
Aunado a esto, existen lugares en los que la inseguridad es la principal causa por la que no se puede dotar la energía. Hay grupos de presión que representan intereses poco claros y usan la fuerza para alcanzar sus objetivos. Hablamos por las miles de familias que dependen de la actividad, por los productores y por los mexicanos en general, que muy pronto comenzarían a sentir las secuelas de esta situación.