Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
CIUDAD DE MÉXICO, 10 de marzo de 2020. — Desde este espacio que Quadratín México, sumado a la lucha de las mujeres, me da, expreso mi sentir como mujer, como periodista y como colaboradora de este medio de comunicación, ante los eventos que sin duda han marcado ya la historia de nuestro país en esta búsqueda de la equidad y el respeto que como mujeres tenemos derecho.
El 9 de marzo, se logró el objetivo, la emoción del éxito de #UnDíasinNosotras, da la fuerza, el entusiasmo y la esperanza para seguir adelante en esta lucha de y para nosotras; por seguridad, respeto, mejores condiciones de vida, de trabajo, de justicia para las mujeres que culturalmente hemos sido minimizadas y desvaloradas.
Fue un día extraño hasta para nosotras, no salir, no trabajar, no estudiar, no comprar, no prender el televisor, la radio, y menos hacer uso de redes sociales, el internet, en concreto, no hacer absolutamente nada.
No fue ausentarse para ver qué hacen los hombres sin nosotras, no; fue estar tan ausentes del mundo, como un feminicida nos puede dejar en el desafortunado momento que cruzamos por su camino.
Pero también, tan ausentes como nos deja el acoso sexual, laboral, el abuso, la discriminación en todos sus aspectos, la humillación, la injusticia, la impunidad, expresiones y agresiones que a diario vivimos millones de mujeres en diversos espacios, que no respeta condición social, edad ni escolaridad.
No es una lucha de mujeres contra hombres, o por ser superiores, no; es la lucha por el respeto a nuestros derechos, por nuestra seguridad, por ser valoradas, por no ser una estadística más en las cifras de feminicidios o de mujeres golpeadas, agredidas en sus hogares, en sus trabajos, en las calles.
Es la lucha por la justicia que mujeres inertes, como inertes estuvimos este 9 de marzo, que están esperando en las frías tumbas a donde el odio machista y la indiferencia de las autoridades y el Gobierno las hicieron llegar.
Fueron muchos sentimientos encontrados, emoción, alegria, dolor y tristeza; primero una marcha multitudinaria que, aunque el gobierno trató de minimizar al dar una “cifra oficial” de 80 mil asistentes, las imágenes hablan por sí solas, cuatro horas después del inicio de ésta, seguían llegando contingentes al Zócalo.
Después, el paro nacional de mujeres, la expectativa de lo qué pasaría; al final, ambos eventos causaron la emoción y la alegría por el éxito de lograr que nuestros gritos y nuestra ausencia calaran en los oídos sordos del gobierno, de las autoridades, del enraizado machismo que se estará dando cuenta que las mujeres, sus víctimas, han despertado y no están solas.
Pero al mismo tiempo el dolor de todas Fátima, Ingrid, Abril, Nadia, Lesvy, calcetitas rojas, Ximena, y miles de mujeres más que ya no pueden salir a gritar a las calles, y que sus casos desgraciadamente tuvieron que pasar para que llegáramos hasta aquí, con esta exigencia a voz en cuello ¡Ni Una Más, Ni Una Asesinada Más!
El día después de la marcha, el día después de #UnDíaSinNosotras, confiamos en el cambio que el grito multitudinario de la marcha y el sordo silencio de la ausencia de las mujeres en las calles puedan provocar, no solo en las autoridades, sino también en las escuelas, en el trabajo, en los mismos hogares donde, por todos sabido, es el semillero, la incubadora del machismo exacerbado, permitido, tolerado que llega en su punto más extremo a convertirse en el ejecutor feminicida.
Queremos salir sin miedo a las calles, sin cuidarnos de las miradas lascivas, los manoseos en el transporte público o los acosos en todos los lugares; queremos ser reconocidas por nuestro trabajo y capacidad, y no desacreditadas en nuestro intelecto simplemente por ser mujeres, queremos respeto a nuestro cuerpo, no ser juzgadas por cómo vestimos, a dónde vamos o a qué hora salimos.
Calladitas no nos vemos más bonitas, calladitas nos abusan y matan los machistas; ahora nuestra voz se escucha fuerte, claro y ya no callará más ¡Nos Queremos Vivas! ¡Nos queremos libres! ¡Nos queremos respetadas! ¡Nos queremos Seguras! Ya no estamos solas…