Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Las especulaciones y las apuestas sobre quienes estarán en el gabinete del próximo Presidente de la República, que hasta ahora todo apunta que será el virtual presidente electo Enrique Peña Nieto, están a todo lo que dan.
En radio pasillo se dice que Luis Videgaray, el segundo de a bordo, estaría en la Secretaría de Gobernación; Pedro Aspe Armella, su protector e impulsor, iría a la Secretaría de Hacienda, cargo que ya ocupó en el sexenio de –¿quién cree usted?, sí, le atinó–, de Carlos Salinas de Gortari.
En el siguiente escalón, dicen, el ex gober de Hidalgo, Miguel Ángel Osorio Chong, despacharía en la joya de la corona: la Secretaría de Desarrollo Social. Sí, aquella que fue creada ex profeso para el fallecido Luis Donaldo Colosio en el sexenio de –¿quién cree usted?, sí, le atinó–, de Carlos Salinas de Gortari, y que maneja el mayor presupuesto del erario. Casi 90 mil millones de pesos anuales.
Los demás, son los demás. Que si Murillo Karam a Gobernación y Videgaray a la Oficina de la Presidencia; que si Paredes a Relex; que si Del Mazo a Turismo; que si De la Fuente a Salud, que si el rector de la UNAM, Narro Robles, a Educación… y así por el estilo.
Por lo pronto el rector ya mandó por un tubo las especulaciones; ya dijo que se queda en la Universidad hasta terminar su encargo, en 2015.
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¿Vacaciones? Cómo es que el virtual presidente electo, Enrique Peña Nieto, se fue de vacaciones dejando la plaza completa a sus opositores y a las megamarchas.
De ese tamaño ha de ser la confianza que tienen él y su equipo en el triunfo y la entrega de la constancia de mayoría; o de ese tamaño es su desdén por los ciudadanos y tratar de generar la confianza necesaria en la población para afianzar y legitimar el triunfo.
Por donde se le vea, cualquiera pensaría que los del equipo de Buenavista estarían en todo, menos de paseo en alguna paradisiaca playa.
Allá ellos y sus percepciones.
A veces dan la impresión de andar norteados.
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En el regreso sin gloria de Josefina Vázquez Mota a las entrañas del panismo se vislumbra una guerra sin cuartel por el control del PAN, en donde una de las cabezas visibles de uno de los bandos es sin duda el presidente Felipe Calderón.
Aunque Gustavo Madero diga una y otra vez, a propios y extraños, que no se va, ya tiene prácticamente medio cuerpo fuera del partido, su debacle es cuestión de tiempo.
Su salida es un hecho, y él lo sabe. Lo extraño es que se aferre a su propia fantasía de que se quedará hasta el final de su mandato en el 2013, pero hay quien asegura que no llegará al 1 de septiembre, cuando se instale el Congreso de la Unión.
Que regrese Vázquez Mota a un cargo hechizo, operación política, creado a vuela pluma para ella, significa que han comenzado los caballazos para Madero y su equipo, quienes aún tienen mucho que responder por el descalabro de su partido en las elecciones del 1 de julio.
Digan lo que digan, hagan lo que hagan, están en tercer lugar.
Y eso, aquí y en China, es una derrota estrepitosa.
Madero es un cadáver político, sólo que no se ha dado cuenta o nadie se lo ha dicho.
Josefina está al acecho, que nadie se extrañe que asuma la dirigencia y que en 2018 la candidata del PAN a la máxima magistratura sea otra mujer, una que ya conoce Los Pinos por dentro.
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