Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Esta fue la expresión que salió de manera tan espontánea cuando nos invitaron unos huevos de avestruz en una granja de estas impresionantes aves en Jalisco, cerca de Tequila. Casi enfrente del ingenio azucarero de Tala.
Sí, ¡qué webotes!, secundaron los demás integrantes del grupo que por casualidad caímos en ese lugar en gira de trabajo.
La anécdota viene a cuento por la tan traída y llevada historia de que el costo del preciado producto de gallina, ahora anda por los cielos. Entre 35 y 40 pesos el kilo. Más del 50 por ciento de lo que es un mísero salario mínimo diario.
Es por eso que los efectos de la gripe aviar que azotó a esa región de Jalisco y que recientemente mató a millones de las apreciadas aves de corral, afecta, como siempre a los más necesitados, a los pobres que también suman millones en nuestro deswevado país.
Marcelo Ebrard se puso las pilas y llevó webos por montones a precios accesibles en mercados sobre ruedas en colonias populares, pero sólo fue para efectos mediáticos, que le resultaron excelentes, porque mantener esta oferta en TODO el DeFectuoso se antoja más que difícil, pero bueno.
Bruno Ferrari, el dizque secretario de Economía, sale al paso también y dice que se importarán webos de donde sea, con tal de no dejar sin wevos al país. ¿Más?
Pero bien chistoso el Ferrari ese, dice que si no alcanza para webos, pues que coman otra cosa, total, webos ya han comido muchos.
No por algo dicen que somos el primer lugar del mundo que consume webos. Pero parece que ni tenemos.
Y sí, ya nos imaginamos a muchos coterráneos comiendo webos de avestruz, o de codorniz, ¿que tal unos webos de tortuga?
Ahí está, alternativas hay, si no las quieren tomar, ¡pues tomen!
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Asunto de pesos y centavos
Centavero, –por usar alguna expresión coloquial–, así se exhibió Joaquín Vargas Guajardo en su mentada conferencia de prensa del miércoles pasado.
Ya se los habíamos anticipado, no porque seamos adivinos ni porque poseamos filtraciones especiales.
Era un asunto de sentido común, que es el más común de los sentidos.
Exhibir su intercambio epistolar con funcionarios del gobierno para descabezar a Carmen Aristegui de MVS y preservar su interés económico, es más que lacayuno.
No por algo los viejos dicen: el pez por la boca muere.
Lo dijimos antes y lo sostenemos, es un asunto de pesos y centavos, no de persecuciones en contra de la libertad de expresión.
Le sucedió como a otros: dale cuerda al marrano y terminará por ahorcarse solito.
Así le pasó a Joaquín Vargas, solito se batió en su propio lodazal, solito se exhibió cómo le besaba y les besa los pies a los poderosos, o poderosas, según sea el caso, de este generoso país. Acá en el rancho decimos: solito se bajó los chones.
Ya no tiene para dónde hacerse. Fin de la historia.
Su credibilidad, hasta el fondo, de paso, se llevará a Carmen, si ésta no salta a tiempo de la nave que amenaza con irse a pique.
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Bla… bla… bla..
Nos llega un comunicado de la CNDH que a la letra dice:
“El presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Doctor Raúl Plascencia Villanueva, considera que las principales causas que detonan la migración son: La crisis económica, el aumento de la delincuencia y la búsqueda de mejores oportunidades de vida, por lo que se hace indispensable abordar el tema desde una perspectiva multidisciplinaria que nos lleve a comprender y explicar de manera objetiva dicho fenómeno”.
¿Te caí? Mira, casi nadie sabía eso. Y más:
“El Doctor Plascencia ofreció una conferencia magistral, en el marco de los festejos conmemorativos de la fundación del Colegio de la Frontera Norte en su trigésimo aniversario. Hizo alusión a la reforma constitucional de 2011 que simboliza un cambio esencial en la forma de abordar los derechos humanos en México.
“Se trata, dijo, de la reforma más trascendente en la materia desde 1917, porque reconoce, de manera formal y plena, la vigencia y aplicación de tratados internacionales firmados por México en materia de derechos humanos”.
¿Entonces? si todo está tan bien pa´que se quejan tanto los migrantes, si ahí están las leyes que los protegen.
Y ni modo que se desmienta al ombusdman (¿) pos si ahí está todo en el papel.
¡Papelito habla! ¿O no?
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Nos leemos el lunes
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