¿Cooperar desde la desconfianza?/Felipe de J. Monroy*
17 DE OCTUBRE, 69 ANIVERSARIO DEL VOTO A LA MUJER
Comentaré que si la primera sucesión presidencial en 1829, quedó con una mancha negra imborrable. Por votación le correspondió el triunfo al queretano Manuel Gómez Pedraza y Rodríguez, pero no tomó posesión y el Congreso nombró a Vicente Guerrero. En el Siglo XIX hubo altas y bajas en materia de elecciones presidenciales.
En la pasada centuria cambiaron las circunstancias. La primera elección presidencial la ganó el coahuilense Francisco I. Madero González. Hubo cuatro comicios más antes de que en 1934 principiaran los gobiernos sexenales. En este nuevo siglo vamos por la cuarta sucesión. La más anticipada, la más violatoria de la legislación electoral y la más sucia en su proceso inicial.
Me tocaron en la tarea reporteril el “destapamiento” de siete candidatos presidenciales del PRI. El primero que viví fue el del secretario del Trabajo y Previsión Social, Adolfo López Mateos. El 4 de noviembre de 1957, día en que empezó a circular el vespertino Diario de la Tarde, de la empresa editora del diario Novedades. Ambos ya desaparecieron.
La oposición política era real. Tenía definida su ideología.
El rival número uno era el Partido Acción Nacional, el PAN, fundado en 1939 por un grupo presidido por el abogado chihuahuense Manuel Gómez Morín. Su dirigencia nacional y su estructura estaban integradas por empresarios, banqueros, intelectuales que no compartían los principios de la Revolución Mexicana. Se ubicó al partido en la derecha de la geometría política. Conservadores. Representantes de la Iglesia Católica.
Vicente Lombardo Toledano, originario de Teziutlán, Puebla, primero fundó la Confederación de Trabajadores Mexicanos, CTM, y en 1948 dio vida al Partido Popular, de ideas marxistas y participó en la política nacional hasta 1997 al perder su registro como partido político. En 1961 lo transformó en Partido Popular Socialista. En gran parte de su existencia, el PPS se adhirió al PRI. Su ´´ultima candidata presidencial fue la hija del poblano, Marcela Lombardo Otero.
NO HUBO MÁS SUCESORES
Después de lo que saqué del archivo personal, es necesario comentar que la sucesión presidencial desde 1939 se manejó desde Palacio Nacional. El general Lázaro Cárdenas estableció una ley no escrita: el presidente en turno decidía quien habría de sucederlo. La costumbre duró hasta 1994 y el candidato suplente PRIista ese año fue designado en una reunión privada en la residencia oficial de Los Pinos.
En este siglo los tres primeros presidentes fracasaron en su intento de heredar la silla a uno de los suyos. Vicente Fox quería a Santiago Creel –hoy presidente de la Cámara de Diputados– y Felipe Calderón deseaba postular a José Ernesto Cordero Arroyo. Ninguno de los dos PANistas aparecieron en las boletas electorales.
La televisión hizo conocido, no popular a Enrique Peña Nieto, quien pretendió entregar el mando a José Antonio Meade Kuribreña. Este candidato no obtuvo los votos para ser vencedor. Los tres PRIstas que no triunfaron fueron: por el nulo apoyo de la dirigencia partidista y la indiferencia del antipriista Ernesto Zedillo Ponce de León, fue el político non Francisco Labastida Ochoa. Con el repudio generalizado Roberto Madrazo Pintado se autopostuló, sin éxito y quedó en tercer lugar. Meade, un tecnócrata sin experiencia política, ocupó el tercer lugar en las del 2018.
ANTICIPAR LA SUCESIÓN, NEGATIVO
En los tiempos de antaño, se procuró guardar discreción, mantener un supuesto silencio y oficialmente “destapar” al precandidato presidencial hasta la mitad del quinto año del sexenio. Decían los político-políticos que adelantar la sucesión significa frenar la actividad gubernamental. En los corrillos políticos se mencionaban los nombres de quienes podían llegar a ser los postulados para el siguiente sexenio.
Los diarios eran los que iban dando pistas. Caricaturistas como Abel Quezada hicieron famoso a “El Tapado” que resultó ser Adolfo López Mateos. El mismo cartonista de Excélsior hizo anuncio: dibujó un letrero de los que hay en las carreteras, con la leyenda: “Poblano Próximo”. La sucesión de Ruiz Cortines fue doblemente movida. Por un lado Humberto Romero Pérez apoyaba a su gran jefe y amigo López Mateos. Don Pancho Galindo Ochoa “orientaba” a los columnista en torno don Gilberto Flores Muñoz.
El que más se divirtió fue el presidente Ruiz Cortines. Ilusionó al doctor Ignacio Morones Prieto, secretario de Salubridad y Asistencia. El potosino regresó de su acuerdo, en Palacio Nacional, sonriente “porque ya es tiempo que necesitamos un doctor, ¿no cree Usted? Hay que curar al País. Don Rodrigo de Llano, director general de Excélsior, platicó con don Adolfo y éste le hizo muchas preguntas citando a don Gilberto, elogiando su labor y su prometedor futuro. Ruiz Cortines se referí al gerente general del diario, don Gilberto Figueroa Torres y don Rodrigo se “enboletó” creyendo que los elogios eran para Gilberto Flores Muñoz, entonces secretario de Agricultura y Ganadería y a quien el presidente le decía “Pollo”.
“LAS CORCHOLATAS”, NOMINACIÓN DENIGRANTE
Ninguna explicación o justificación escuchamos del Presidente de México cuando, sorpresivamente, abrió su propia sucesión y no se detuvo en mencionar nombres de sus preferidos para ser la persona postulada por Morena, partido político que él fundó, que él controla y donde se hace lo que él ordena.
Sin más se autonombró como “el destapador”. Dijo que se acababa la época de “El Tapado”. Con singular tono tabasqueño, sin pensar lo que dice y con su socarrona sonrisa, llamó a los hoy precandidatos, “Corcholatas”. En el ambiente político y en muchos sectores del país, se consideró una falta de respeto utilizar esa palabras. Los nombrados precandidatos del Presidente de México, no de Morena, ni pío dijeron. Imposible contrariar al jefe.
La estrella de estas designaciones hechas en Palacio Nacional es la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo. La científica no para en hacerse publicidad, a costillas del erario público. Es feliz porque es recibida con el grito de “¡Presidenta!”, igual ocurre con el secretario de Gobernación y consejero de Morena, Adán Augusto López Hernández, “mi amigo, mi hombre de toda mis confianza, mi hermano”, dicho por quien vive y hace sus “mañaneras” en Palacio Nacional.
Con un poco de menos ruido, dándose a querer y recibir sus baños del “pueblo bueno y sabio” anda el único brillante y experimentado miembro del gabinete legal además conocedor de política interior y exterior, Marcelo Luis Ebrard Casaubón. Es el secretario de Relaciones Exteriores con una buena imagen en el ámbito internacional. Los norteamericanos lo tratan con deferencia diplomática. También ha oído a la muchedumbre cuando le lanzan el grito de “¡Presidente!”.
Se dice que poyó con muchos, pero muchos, millones de pesos al hombre que hizo campaña política durante 18 años. Y, escribo, sigue en campaña.
No risible, sí preocupante, que el hijo de Macuspana, Tabasco, siga sin entender que se ha pasado el sexenio sin gobernar, su trabajo lo hace hablando, hablando, hablando. Con sus diarias ocurrencias daña a los mexicanos, aunque él asegura lo contrario. Una de las últimas es la de utilizar el tiempo de programa televisivo, “Las Mañaneras”, para presentar una lista de 43 nombres de periodistas, políticos y no políticos, para que uno de ellos sea “el candidato de la oposición”.
Los aplausos de sus seguidores no dejan de escucharse. Los supuestos dirigentes nacionales de Morena, no abren la boca, ni se opondrán a las órdenes de quien es dueño absoluto de Morena.
¿Cómo reaccionarán los mártires de la democracia si el Presidente de México se saca un As de la manga y nombra a un candidato no muy de su agrado?