Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Silencio y honores para los dictadores
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Varios de los lectores de este diario digital, visitadores es el término que se utiliza, piden que encauce mi comentario periodístico a temas no relacionados con las ocurrencias, caprichos y violaciones constitucionales presidenciales.
Cierto, el pueblo pensante está cansado, molesto, indignado, ante la inseguridad que se vive en todo el país, percatarse de la libertad con que operan y asesinan los narcotraficantes, de la fuerza adquirida por las delincuencias organizada y no organizada. Los secuestros, los feminicidios sin averiguaciones concluidas y cero programas para solucionar el caos y el autogobierno en las prisiones federales, las de alta seguridad y las estatales.
La corrupción hermanada con la impunidad, aumentan.
La Fiscalía General de la República, descabezada por la enfermedad del titular, actúa solamente contra los supuestos opositores del gobierno. Exonera a los hermanos del Presidente de la República y se hace de la vista gorda en los hechos denunciados públicamente que involucran a la gobernadora de Campeche.
Las contradicciones del Presidente de la República se dan todos los días.
Habla en sus mañaneras de un México que solamente él y sus seguidores viven. Para el tabasqueño no existen los protocolos diplomáticos, no respeta acuerdos internacionales, niega comentar sobre sucesos nicaragüenses en donde, diariamente, se violan los derechos humanos.
Aplica su criterio de “no intervención”, al tiempo que aplaude y se alinea con un presidente que se dio autogolpe de Estado. Condecoró a un presidente dictador. Abre las puertas a exfuncionarios venezolanos para incrustarlos en su gabinete. Está aferrado a no entregar la presidencia de la Alianza del Pacífico a la presidenta de Perú, calificando de espurio su gobierno y se aparta del principio enunciado en la primera línea de este párrafo.
La imagen de la institucionalidad presidencial mexicana, en el concierto mundial, no es buena. Las relaciones con España y El Vaticano dejaron de ser buenas, ante la exigencia del gobierno mexicano de que pidan perdón por los daños causados durante La Conquista y La Evangelización. El Presidente de México ha descalificado a la ONU. A pesar de los esfuerzos que diplomáticamente hace Marcelo Ebrard, el trato con Estados Unidos de América, no es nada favorable.
LOS NARCOS INVASORES
En los primeros seis meses de este gobierno era admisible, hasta cierto punto, que el Presidente de México se justificara cargándole la mano a la anterior administración. Encarrilado vapuleó a sus antecesores de 30 años, dedicando especial guerra contra el michoacano Felipe Calderón. Ni éste como los dos últimos del Siglo XX ni el primero de la centuria actual dejaron buena imagen.
El tabasqueño falló con su pésimo sistema de gobierno. Lo estructuró para que él sea la única figura. Nadie debe hacerle sombra ni puede decirle que comete errores. Se niega a escuchar a los asesores y consejeros, si es que existen en su nómina.
Ha hecho cambios en el gabinete, a diestra y siniestra. Sostiene son personas de su con fianza, 90 por ciento honradas y 10 por ciento capaces, por eso tiene en un hoyo al País. Estamos en el quinto año del sexenio y solo sus obras faraónicas, que nos cuestan billones de pesos, son prioridades.
Al entrar en el tema de la seguridad, durante la campaña hizo alarde de que en seis meses empezarían a verse los resultados. Creó su “gabinete de seguridad” que se reúne todos los días a las 6 de la mañana, a perder el tiempo. Antes los partes militares, marinos y policíacos, éstos de todo el país, estaban en el escritorio presidencial a primera hora.
La inseguridad reina en todo el territorio mexicano. A los narcotraficantes nadie los toca. “Abrazos no balazos” es la orden dada a militares-policías y a policías-militares. No deben repeler a los delincuentes “porque estos también son seres humanos” y tienen familia. Integró su Guardia Nacional y cuando ésta actúa en operativos, como en Culiacán (octubre 2019) se ordenó la liberación del capo Ovidio Guzmán López.
Para la familia de “don Joaquín” atenciones especiales. El Presidente de México viajó frecuentemente a Badiraguato, Sinaloa, para supervisar la construcción de un tramo de carretera para agilizar el tránsito en el llamado Triángulo Dorado. En una de sus giras detuvo su marcha para saludar a la mamá del “Chapo Guzmán”. El ilustre huésped de Palacio Nacional está preocupado porque en Estados Unidos se están violando los derechos humanos del exjefe del Cártel de Sinaloa, mismo que pide ser trasladado a una prisión de la República Mexicana.
La petición está en el escritorio del secretario de Relaciones Exteriores. Es verdad que al señor Guzmán Loera lo tienen una cárcel de alta seguridad, aislado del mundo y escasamente ve la luz del día, por minutos. Joe Biden es el único que podróa hacer el favor, pero suena imposible.
Comento el caso, por es el claro ejemplo de que no hay ninguna política para acabar con los narcotraficantes que, todos los días, asesinan personas, extorsionan en todos los establecimientos comerciales, restaurantes y cobran “derecho de piso” a comerciantes, taxistas, prestadores de servicios.
En Chihuahua hace 8 meses un narcotraficante, plenamente identificado, dio muerte a dos sacerdotes jesuitas y a un guía de turistas. El triple homicidio dentro de una iglesia. El asesino goza de su libertad y de ello en Palacio Nacional culpan a la gobernadora PANista, señalándola como “encubridora”.
Los del gabinete de seguridad deben saber dónde se esconde “El Mencho” que dirige, nacional e internacionalmente, el Cártel Jalisco Nueva Generación. Lo mismo con los narcos que operan en Guanajuato. Intocables los señores. Para donde voltee la vista se encuentra a los narcos controlando la producción de frutas y verduras e imponen sus reglas para la comercialización. Los gobernadores saben cuál es la línea a seguir y los presidentes municipales ni cuentan.
Los sitios turísticos, principalmente Cancún, en Quintana Roo, en poder de los narcotraficantes. Acapulco, en las mismas condiciones. Ambas entidades gobernadas por mujeres. La que despacha en el palacio de Chetumal la tienen “fichada” los norteamericanos por nexos con la delincuencia organizada, desde que era presidenta municipal. La de Guerrero tiene un compromiso de grandes dimensiones y sin equipo capacitado.