Las Roscas de Reyes fitness, entre tradición y nuevas delicias
CIUDAD DE MÉXICO, 18 de noviembre (Quadratín México).- Como un escritor muy arquitectónico; meticuloso, preciso con las palabras y creador de un trabajo artesanal del idioma, definió Adriana Jiménez a su pareja amorosa Daniel Sada (1953-2011), a quien recuerda a un año de su muerte, que se cumple hoy.
“Hacía los planos de su edificio literario mucho antes de comenzar a escribir, él ya tenía la historia de los personajes, ya había decidido el punto de vista, en qué iba a terminar”, señaló la también cómplice literaria del escritor bajacaliforniano.
De acuerdo con información difunda por el Consejo Nacional para la Cultura las Artes (Conaculta), quien también recuerda al literato en su aniversario luctuoso, Sada fue nombrado “el orfebre del lenguaje”, por ser sueño de un estilo caracterizado por la pulcritud del lenguaje.
Adriana Jiménez compartió que cuando conoció al también poeta, él ya era un destacado escritor. No obstante, detalló, “le gustaba que conforme él fuera escribiendo, yo le leyera lo que él había escrito y después él me lo leía a mí”.
Destacó que para el ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011, el oído y el ritmo formaban parte medular de las historias resguardadas en sus obras, tales como: “Luces artificiales”, “Albedrío”, “Uno de dos” y “Porque parece mentira la verdad nunca se sabe”.
La también académica mencionó que los cuentos y poemas de Sada pasaban por su revisión, a fin de evitar erratas que, difícilmente, podrían escaparse de la visión meticulosa de “un escritor como Daniel Sada”.
“Comentábamos muchísimo cómo iban las historias; algunas cuestiones de la trama las discutía con mucha acuciosidad”. Sin embargo, aclaró Jiménez de ninguna manera podría hablarse de coautoría.
Lo cierto es que fue la primera lectora del resultado largas horas de trabajo estricto frente a una página que jamás fue entregada a la imprenta sin antes ser revisada a pie juntillas hasta tener un trabajo “depuradísimo”, sin lugar para las pifias, el dedazo o la omisión.
“Tenía un gozo enorme por lo que él hacía: el proceso de escritura, de concepción de la obra, de reescritura, la minucia; la orfebrería del lenguaje”, expresó su compañera de vida.
Tras la muerte del escritor, el 18 de noviembre de 2011, su cónyuge realizó su ultima revisión del trabajo de Sada “El lenguaje del juego”, publicado por Anagrama este 2012, de manera póstuma.
No obstante, el legado que del escritor mexicano, son numerosos títulos en los que quedó plasmada la estructura casi arquitectónica de la obra “Sadista”.
Ese universo lingüístico, que incluye neologismos, arcaísmos y expresiones propias de diversas regiones del país; una sintaxis peculiar, el uso de la métrica, sumados a temas apasionantes y llenos de actualidad; que dan congruencia a su obra literaria ya sea en verso o en prosa.
QMX/ntx/oab