Recuerdan en la UNAM al escritor Carlos Fuentes

CIUDAD DE MÉXICO, 11 de noviembre (Quadratín México).- Como uno de los protagonistas del siglo XX que con su visión enriqueció la historia, un personaje contundente y lleno de luz, pero sobre todo un “Balzac” de las letras mexicanas, amigos y colegas recordaron hoy aquí el 84 natalicio del escritor Carlos Fuentes (1928-2012).

Durante un encuentro con colegas con los que Fuentes compartió sus días en la Universidad, cuando cursaba la carrera de Derecho; Miguel Alemán Velasco, Víctor Flores Olea, Enrique González Pedrero y Porfirio Muñoz Ledo, compartieron sus experiencias de vida con Fuentes, al tiempo que destacaron su multifacética personalidad.

En el Teatro Juan Ruiz Alarcón del Centro Cultural Universitario (CCU), María Teresa Uriarte, coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM, dejó en claro que no se trata de un homenaje, sino de una reunión en la que sus amigos y colegas conmemoran el que hubiera sido el cumpleaños número 84, de quien fuera considerado una de las plumas más prestigiadas y brillantes de México.

Los ponentes recordaron con cariño al amigo, al hombre, al novelista. Elogiaron su destacado trabajo literario, se dijeron sorprendidos por su muerte y lo felicitaron por su cumpleaños números 84.

En presencia de la viuda de Fuentes, Silvia Lemus, Uriarte dijo que Carlos fue un universitario y en esta casa de estudio hizo varios de sus amigos, al tiempo que lamentó su muerte.

Aseguró que el México moderno no se puede entender sin aproximarse a los años de Fuentes, “tal vez por eso y a pesar de su muerte celebramos el legado de su vida y la vigencia de una obra que no sólo se encuentra en lo que él escribió, sino también en lo que dijo y que ahora está disperso en las páginas de su tiempo”.

Al respecto, el político Miguel Alemán Velasco, recordó a su entrañable amigo y lo calificó como un hombre de una calidad excepcional, humana y un escritor emblemático de las letras mexicanas.

Dijo haberlo conocido hace más de medio siglo, recién llegado Fuentes a México, en algún lugar de la colonia Condesa en esta ciudad, y comentó que el propio Fuentes le confesó que había sido concebido por su padre y madre en su luna de miel en Coatepec, Veracruz, razón por la cual amaba esa entidad.

El también ex gobernador del estado de Veracruz, indicó que Fuentes estudió Leyes en la UNAM, carrera que dejó momentáneamente por la escritura y mencionó que su amistad con el novelista “inició por ahí de 1944”.

Recordó que sostenían reuniones en la zona de la Condesa, donde disfrutaban de malteadas de vainilla y chocolate, “además de que conservábamos sobre la amistad de nuestros padres, la literatura, la política, el cine y teatro”.

Señaló que al hacerse universitarios, continuaron las reuniones al tiempo que cultivaron el periodismo. “Fue así como lo invité a trabajar en la Revista ´Voz y Expresión de América’, fundada por mí en 1950, publicación que representó la aventura literaria y periodística de su juventud”, comentó.

Por su parte, el universitario, ensayista y narrador Víctor Flores Alea, recordó a Fuentes como personaje de gran presencia luminosa y contundente, “contundente porque nos heredaba la mitad de su camino y no digamos su trabajo literario el que siempre se dedicó de manera obsesiva y apasionada”.

Flores Olea, fundador del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), y a quien el propio Fuentes llamaba “el ángel exterminador”, dijo que él y varios de sus colegas lo seguían en su “correrías”, las cuales se convirtieron en obras literarias como la “Región más transparente”.

Elogió el trabajo literario del autor de obras como “La Muerte de Artemio Cruz”, tras asegurar que el talento de Fuentes floreció no sólo en su obras, sino también en sus ensayos políticos, sociales y filosóficos que atrapaban la atención del escritor y sus lectores.

En su oportunidad, el político, diplomático, intelectual, escritor y editor mexicano Enrique González Pedrero habló de la capacidad de improvisación de Fuentes para redactar e ilustrar textos, así como de una reunión que sostuvieron amigos de Fuentes en su casa y en la que planearon un número de la Revista “El Espectador” para la cual colaboraba.

Dijo que en casa del novelista, personajes como Francisco López Cámara y Luis Villoro, escribían varios artículos y que al pasar las horas la reunión se convertía en una charla de amigos, comentando la realidad nacional e internacional, así como de los libros y películas recomendables de la época.

González Pedrero se dijo sorprendido por la capacidad de Fuentes para redactar y “llenar”’ los espacios aún disponibles en la citada publicación, ya sea dibujando o bien con pensamiento o frases ad hoc.

“En suma, Fuentes era un hombre equipo con enorme capacidad para trasformar en un instante, en palabras inteligentes, todo lo que veía, oía o pensaba”, destacó.

Y es que ante todo, dijo, Fuentes fue un hombre de letras, un gran escritor que vivía mañana tarde y noche por y para la literatura y destacó que pudo haber sido un ‘brillante hombre de Estado, un diplomático de forma y fondo o un imaginativo jurista”.

Por último, Porfirio Muñoz Ledo se dijo sorprendido por la muerte de Fuentes y agregó que su desaparición fue “íntima y traumática”.

Lo recordó como una estrella de una generación que se extingue, un personaje con una vocación colmada en la pasión de crear y de explicar la sustancia de un país en el mundo.

“Murió en el frente de batalla y no dejó de trabajar, de inventar y de viajar; floreció por su vitalidad; se fue joven, elegante e intacto”, destacó el político al tiempo que lo despidió como un “arquitecto esencial de la fragmentada realidad del país”.

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