REFORMA 262: Cosas del juego

15 de noviembre de 2012
 , 
1:15
Rafael Cardona

Cuando en el año 1999 Fidel Castro logró uno de sus grandes sueños, reunir en La Habana a todo el continente americano sin los Estados Unidos ni Canadá, es decir, a toda Iberoamérica y hasta España, hubo, además de muchos discursos, un hecho notable: Hugo Chávez armó su novena y se enfrentó, al menos en el diamante, al legendario comandante, su inspiración, su modelo.

—Yo respeto mucho a Fidel, me dijo Hugo Chávez mientras caminábamos por los corredores de la apenas inaugurada escuela de medicina cuyas instalaciones habían sido antes una base naval, pero en el beisbol le voy a  caer encima a palos. A la hora de la hora ganó el equipo local dirigido por Castro.

El uso del juego de pelota para fines de acercamiento político no es ninguna novedad. Durante los años de festejo por el triunfo de los barbudos cubanos, Fidel propuso una serie. El otro equipo estaría dirigido por Camilo Cienfuegos, quien declinó la oferta:

—Contra Fidel, ni en un juego de pelota.

Del archivo recojo esta breve reseña de aquellos tiempos:

“4 de junio de 1959.- Tanto en La Habana como en el resto del país se han desarrollado funciones especiales en los espectáculos deportivos con el fin de recaudar fondos para la reforma agraria. El béisbol, deporte nacional, no puede faltar.

“En el hoy Latinoamericano, conocido entonces como el Estadio del Cerro, se pacta un juego de exhibición entre el equipo de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y los Barbudos, una selección integrada por miembros del Ejército Rebelde.

“Se anuncian como lanzadores a Fidel Castro y a Camilo Cienfuegos. Pero cuando el Señor de la Vanguardia entra en el terreno, lo hace con el uniforme de los ‘Barbudos’ y una mascota de receptor.

“Los periodistas se le acercan.

—“Yo no estoy contra Fidel ni en un juego de pelota”, declara el Héroe de Yaguajay. La llegada del jefe de la Revolución provoca una estruendosa ovación entre la numerosa afición que se ha dado cita en la instalación.

“Cuando saluda a Amado Maestri, el gran árbitro cubano, designado para impartir justicia detrás del home, le pide:

“Yo ahora estoy un poco desligado del juego de pelota. Quiero que me indique cómo tengo que lanzar para no incurrir en un ‘balk’. El juego comienza y el abridor de los Barbudos retira la primera entrada sin problemas.

En otro inning, hay un roletazo a la derecha del inicialista que lo aleja de la base. Fidel cubre raudo la primera almohadilla y gracias a eso logran el out. Camilo, por su parte, estaba haciendo la asistencia por si se escapaba el tiro. Al bate, no les fue bien a los comandantes.

Camilo, en dos strikes, quiso sorprender al tercera base rival, que estaba jugando muy atrás, pero el toque salió foul y Maestri decretó el ponche por regla. Fidel, en su única vez al bate, fue dominado en roletazo al cuadro. El pitcheo de relevo de los Barbudos no se comportó a la misma altura de su abridor y el juego terminó 3-0 a favor de los policías”.

Para muchos ésas no eran sino extravagancias. Camilo murió en condiciones sospechosas en octubre del año 59 mientras volaba entre La Habana y Camagüey. Como vemos, los avionazos no son cosa nada más de años recientes; ahí están Caritino Maldonado, Carlos Madrazo, Camilo Mouriño, Francisco Blake, Ramón Martín  Huerta y tantos más.

Pero como sea el beisbol, a pesar de su importancia secundaria en México al menos, viene a ser a veces oportunidad para la promoción personal (no olvidemos a López Obrador en su juego más reciente durante la campaña con una impropia franela con el número tres) o la convivencia de funcionarios de distinto nivel en la alta burocracia.

En ese sentido, es notable el juego de hace unos días –no todo se resuelve en el green del golf o pedaleando bicicletas en Cozumel o a bordo de un go-kart en la Marquesa como FCH—, entre el sector financiero y el legislativo y no deja de ser significativa la victoria de los congresistas sobre los hacendarios.

A fin de cuentas los dos apalean y blanquean de manera cotidiana a los ciudadanos. Si el fisco “poncha” a todo el mundo, a fin de cuentas los legisladores dicen cómo se reparte tan inicuo pastel, y ellos se despachan con un enorme cucharón.

Pero en esta ocasión y con el fildeo de Emilio Gamboa, quien tiene un poderoso brazo derecho, los hombres del dinero se quedaron con las ganas. Para la memoria se conserva la imagen rotunda de Agustín Carstens –no llevaba el gobernador del banco de México uniforme completo; no se lo terminaron a tiempo—, y sus dos toletazos al cuadro y su ponche en otra ocasión.

El juego se hizo en el deportivo de los trabajadores del sector salud y fue organizado, como todos sabemos, por Joel Ayala Almeida, líder de la FSTSE, apenas a unos cuantos días del inicio de las discusiones sobre el presupuesto nacional donde la Hacienda pública y la Cámara de Diputados se trenzan en discusiones interminables.

Por ahora ganan los hombres del Congreso 18 carreras por 12.

Una señora del servicio del deportivo sindical mira el juego y oye las risas.

—Mírelos, se divierten como niños, dice.

[email protected]

QMX/rc

Te podria interesar