REFORMA 262: La notoriedad y la precariedad

23 de agosto de 2012
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Rafael Cardona

Su tesis es simple: los rifles de asalto fabricados y distribuidos en Estados Unidos son usados en México para matar a miles de personas. Y su conclusión es más simplona todavía: si no hubiera armas no habría muertos.

Sin embargo una visita a la Dirección General de Aduanas de México, por cuyas narices pasan esas armas o a la embajada de aquel país en el Paseo de la reforma, les habría ahorrado el viaje. Y también la notoriedad.

Las armas estadunidenses, usadas en un vil comercio en el cual intervienen hasta las autoridades federales de ese país (como se probó con “Rápido y Furioso” y otros casos similares), no sería posible si México tuviera un adecuado control aduanal y una política autónoma (iba a escribir soberana, pero la soberanía dejó de existir hace mucho) en materia de combate al crimen organizado.

Pero la caravana va. En el fondo quieren los mexicanos adheridos a la “victimología” convertirse así sea por momentos, en piezas del rompecabezas electoral y mover a los hispanos y más concretamente a los mexicanos en un sentido. Las víctimas son un elemento moral de presión política, como lo fueron para la controvertida Ley de Víctimas cuya paternidad les corresponde o la edificación de un monumento conmemorativo (memorial se dice en inglés) en recuerdo de todos los caídos.

Esta idea, por cierto, ha hallado su contraparte: el Ejército también construye un conjunto escultórico-arquitectónico en memora de sus víctimas. Los soldados caídos en la batalla contra los delincuentes, también fueron seres humanos dignos de respeto posterior. Y sus familias merecen compasión.

Pero de regreso a Javier Sicilia y su “larga marcha” (pretende en algunos momentos semejarse al reverendo King en su “Marcha Sobre Washington por el Trabajo y la Libertad) el peregrinaje ha tenido momentos realmente comprometidos, como la visita al sheriff Joe Arpaio, quien se mostró como es. Y Javier Sicilia también.

De Arpaio no hay mucho por decir. Es un fascista repugnante. Por desgracia cuenta con el apoyo de otros como él. Si no, no estaría donde está. Los ilegales lo son por su violación de la ley. Y quien viola la ley es castigado, dice su evangelio.

Por otro lado Sicilia, cuya incursión a las oficinas de Arpaio parecía en algunos momentos escrita por Larry David o Jay Leno, tuvo sus peores momentos cuando el poeta se sorprende por la ignorancia cósmica de Arpaio.

—¿No sabe quién soy yo?

Y Arpaio lo mira y le dice todo. Ni lo sé ni me importa. Y luego le recrimina la leyenda en la camiseta de un seguidor en la cual se pide capturar al sheriff.

Quizá sin quererlo Sicilia ha logrado una mínima aportación a la segunda versión de Michael Moore de “Bowling for Columbine”, el célebre alegato fílmico contra la libre venta de armas en Estados Unidos.

Su discusión monolingüe y arrogante con el sheriff más monolingüe y más arrogante (pero en su casa), podría ser el complemento ideal de aquella célebre visita del cineasta a Charlton Heston, líder de la Asociación Nacional del Rifle, por cuya eficacia los gringos sostienen la práctica cotidiana del espíritu de su segunda enmienda constitucional: el derecho de tener y usar armas.

Sicilia ha probado su ignorancia sobre el sistema americano. Un sheriff tiene capacidades muy limitadas. Las peticiones de su caravana no se le debieron hacer a él, como el asunto de las prisiones.

Pero el poeta activista (quien de seguro en Washington podrá acudir a las nuevas oficinas de su compañero Emilio Álvarez Icaza, instalado ya en la CIDH), mostró un rostro desconocido para algunos: su gran vanidad.

—¿Cómo, usted no sabe quién soy?

CARSTENS

Como se quiera ver la presencia de Agustín Carstens y Bernardo Sepúlveda en la sesión plenaria de los senadores de la fracción del PRI en el próximo Congreso, es una muestra de la calidad de las opiniones sobre las cuales quieren hacer su trabajo los legisladores del tricolor en la Cámara Alta. La invitación a Luis Videgaray, por otra parte, implica la consistencia del respaldo a Enrique Peña.

Sólo así se entienden los dichos de Emilio Gamboa, el líder de la fracción:

“…Hoy, soplan vientos de renovación; seremos participes del progreso que deseamos devolverle al país. Seremos partícipes, en la construcción de las grandes soluciones que requiere México.

“Seremos partícipes, de cambios estructurales orientados con principios, visión de futuro y observando el interés nacional. Seremos participes del grupo mayor para gobernar, no para ser gobernados. Los senadores priistas estamos comprometidos para ser sujetos activos en los procesos de negociación desde los ámbitos sectoriales especializados.

“Estableceremos principios de colaboración ordenada entre los poderes; forjaremos una nueva cultura que erradique la confrontación estéril. Las senadoras y senadores del PRI no imponen, convergen y suman”.

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