Cerramos la etapa del institucionalismo neoliberal, considera Monreal
CIUDAD DE MÉXICO, 2 de diciembre de 2017.- Debe evitarse que en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se privilegien únicamente intereses de las empresas, coincidieron especialistas y académicos.
En el Diálogo abierto frente a la renegociación del TLCAN: hacia la construcción de una agenda local, organizado por el Instituto Belisario Domínguez, consideraron indispensable que en el proceso participen organizaciones civiles y gobiernos subnacionales para incidir en la agenda y evitar que se minimicen otros sectores de la sociedad.
El senador Alejandro Encinas Rodríguez dijo que el saldo a 23 años de la implementación de este mecanismo “ha sido profundamente negativo para el país”.
Dijo que desde 1994 a la fecha los beneficios han sido sólo para unos cuantos, pero en la inmensa mayoría no hay ningún impacto positivo. Se profundizó la pobreza y la desigualdad; actualmente hay 53 millones de mexicanos en pobreza, cuando en 1994 había 35 millones, indicó.
Se profundizó la brecha en los salarios y condiciones laborales, la economía mexicana no crece, se estima que la inflación llegue a 6 por ciento, el tipo de cambio está en una situación de fluctuación, el campo mexicano está abandonado y hundido en la violencia, donde los poderes delictivos han cubierto el vacío que dejó el Estado, apuntó.
Encinas Rodríguez consideró que antes las actuales condiciones, es el momento para fortalecer la economía nacional y el desarrollo interno de México.
El senador Mario Delgado Carrillo, del PT, dijo que después de cinco rondas de renegociación se empieza percibir, por lado del gobierno mexicano, una preocupación real sobre una eventual cancelación del Tratado. Donald Trump, precisó, está buscando una victoria política para la narrativa que estableció en su campaña.
Tenemos que estar preparados para cualquier escenario, advirtió, pues hay una “ventana peligrosa” para México que será entre julio y septiembre del siguiente año, donde Trump podría pedir la salida de Estados Unidos del instrumento trilateral para llegar “con la cabeza del Tratado de Libre Comercio a las elecciones de noviembre” en su país.
Isidro Morales, representante del Centro Baker de la Universidad de Rice (Texas), expresó que si la coalición actual que gobierna México “quiere mantenerse en el poder, tiene que renegociar el acuerdo, aunque sea un mal arreglo, en donde acepte y legitime que Estados Unidos va ser proteccionista”.
Parce, agregó, que la coalición actual que gobierna México quiere llegar a un arreglo con Trump para poder seguir sobreviviendo el próximo sexenio, aunque sea un mal arreglo para la sociedad mexicana.
Kalman D. Resnick, abogado especialista en temas de defensa de los derechos de los migrantes, mencionó que las élites de los dos países no tienen interés en mejorar el nivel de vida de los trabajadores, por lo que es importante establecer una nueva relación entre ambas naciones que esté más preocupada por sus ciudadanos y no únicamente del interés de las empresas.
Refirió que el Tratado impactó en los sectores rurales de México por la exportación de productos agrícolas de EU, lo que ocasionó una salida masiva de mexicanos hacia las ciudades de su propio país y de la Unión Americana.
Juan Carlos Moreno Bird, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, comentó que México se encuentra ante la oportunidad de cambiar su agenda de desarrollo “y pensar desde adentro”, poner las desigualdades en el centro de las preocupaciones de la política macroeconómica y de las políticas social, hacendaria, monetaria y de reconstrucción nacional.
Consideró que debe replantearse la estrategia de haber apostado por el mercado externo sin fortalecer el interno. Recordó que incluso el Fondo Monetario Internacional ha recomendado al Estado mexicano que debe de asumir la responsabilidad de crear un contexto de fortalecimiento de sus trabajadores.
Celeste Drake, especialista en Comercio y Globalización de la Federación Estadounidense del Trabajo, expuso que con el Tratado los tres países compiten por el capital a costa de los salarios y la calidad de vida de los trabajadores, mientras que se baja los impuestos a las empresas.
Una forma para poder proteger los salarios son los sindicatos, pero en el caso de México hay políticas que protegen más a los empresarios, además de que parece que estas organizaciones gremiales no abogan por sus propios trabajadores.