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CIUDAD DE MÉXICO, 1 de febrero de 2025.- México debe negociar con el vecino país del norte a partir de sus ventajas geográficas y competitivas, además de las consideraciones del valor de nuestro país para la seguridad estadounidense, e incluir como una prioridad el tema ambiental, afirmaron expertos durante el coloquio El otro lado: nuevas perspectivas de la relación México-Estados Unidos.
En el acto, organizado por el Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM, El Colegio Nacional y el periódico El Universal, la embajadora eminente Martha Bárcena Coqui dijo que la racionalidad que prevalece en la administración Trump no es económica, sino ideológica, de la securitización de los temas. Toda la relación entre ambas naciones “se vuelve asunto de seguridad nacional y se toman medidas y bases legales extraordinarias”.
El mandatario estadounidense, Donald Trump, parece buscar una renegociación, y no una revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), dijo en el auditorio Jorge Carpizo de la Coordinación de Humanidades, de la Universidad Nacional.
También trata de dividir a nuestro país y Canadá, “pero habrá que ver si pretende esa división en la mesa de negociación o busca dos acuerdos diferentes”. Asimismo, desarticular las cadenas de valor y concentrar la relocalización de empresas en su nación, en particular del sector automotriz, columna vertebral del acuerdo comercial y que representa 60 por ciento de las exportaciones mexicanas a su país.
Para llegar a la revisión/renegociación del T-MEC hay que hacerlo con claridad de objetivos y preguntarse qué quiere México y qué no está dispuesto a ceder. Se necesitan expertos sectoriales y apoyo de la academia. Además, considerar que el sector empresarial es importante, pero no puede ni debe tomar las determinaciones finales en la revisión del acuerdo comercial, porque su lógica no es la del interés nacional, sino la de sus ganancias. “Las decisiones finales deben recaer siempre en el gobierno mexicano”, dijo la exembajadora de México en EUA.
En la mesa 1 del encuentro, el director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Alejandro Chanona Burguete, opinó que frente a los amagos y la incertidumbre que provoca la narrativa de Trump “hay que tener una estrategia y un despliegue de capacidades”. En el diseño de la política exterior debe convocarse a diversos actores políticos, agentes económicos, liderazgos sociales y especialistas. “No podemos continuar en el camino de la reacción, cediendo ante las presiones de nuestro vecino del norte, sin impulsar el interés nacional y sin tener una ruta clara de cómo hacerlo”.
Recalcó que México juega un papel esencial en la órbita de la seguridad nacional estadounidense; nuestra posición geográfica es privilegiada, lo que conlleva riesgos ante el unilateralismo de aquel país, pero también oportunidades para la negociación. La cooperación y los acuerdos representan un escenario posible.
El universitario dijo que aunque el proceso de integración regional atraviesa por una coyuntura crítica, nuestro país debe negociar con EUA a partir de sus ventajas geográficas y competitivas, además de las consideraciones de su valor para la seguridad estadounidense. Hay que plantear una relación entre pares y para ello hay que identificar nuestras potencialidades y capacidades. “Una relación fluida y funcional no puede fincarse en una visión unilateral y con imposición”.
A su vez, la académica de la Facultad de Ciencias e integrante de El Colegio Nacional, Julia Carabias Lillo, consideró que la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París y las órdenes ejecutivas relativas a la emergencia energética, representan un grave retroceso en la lucha climática.
Ni el mandatario ni su equipo prestan atención a la evidencia científica; por el contrario, enfatizó, imponen sus prejuicios e intereses económicos, desprecian a los intelectuales e investigadores, y desmantelan los mecanismos de toma de decisión basada en la ciencia. Y la situación se agrava con la fuerza que otorga el presidente a un pequeño grupo de empresas poderosas para la innovación tecnológica y digital.
En contraste, la actual administración en México ha dado un giro en la política energética, y hay indicios que la energía renovable, con inversión pública y privada, cobrará una nueva dimensión. La cancillería mexicana debe incluir como una prioridad en las negociaciones bilaterales, el tema ambiental y en el T-MEC una visión que defienda la sustentabilidad del desarrollo. “Sin una naturaleza sana no hay bienestar ni progreso”, advirtió.
Claudio Lomnitz, académico de la Universidad de Columbia y miembro de El Colegio Nacional, expresó que debemos estar más conscientes de la profundidad de la interdependencia entre los dos países, y de cómo la gente que pueda estar sufriendo en la Unión Americana está relacionada de manera inmediata a lo que pasa en México.
“No me refiero sólo al tema de las remesas, aunque no hay que soslayar su importancia, sino a formas de trabajo, ideas respecto del Estado de derecho y la ciudadanía, dinámicas de clase social, hábitos alimentarios, gustos de consumo, etcétera”, apuntó.
La trasnacionalidad ha sido la marca de la relación entre ambas naciones aun antes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y la idea de “Norteamérica” como proyecto político que ahora agoniza, aclaró en su participación a distancia.
Se trata de una manera de vida; el trabajo que hacen los mexicanos en EUA es clave para la reproducción social en aquel territorio, y su vida es elemental para sus familias y comunidades en México. La reacción de Trump “le va a pegar a ese nexo reproductivo que ha significado la trasnacionalidad”. Lo que está pasando requiere acciones urgentes en la relación bilateral, una política cultural y educativa, y sobre todo una discusión pública, comentó.
Andrew Selee, presidente del Instituto de Políticas Migratorias, aclaró que no es la mayoría de la población la que está en contra de los migrantes que viven allá; ellos creen que la migración es positiva para su país. De ese modo, el presidente tiene un mandato para un mayor control de la frontera, pero no tanto para las deportaciones.
Ha dicho que va a deportar a millones, pero en la historia no han sacado a más de 250 mil en un año; ese es el límite superior de la capacidad de ese gobierno. Pero aunque no va a hacerlo con la mayoría de indocumentados en los cuatro años de su administración, lo hará con mucha gente.
Y lo va a lograr porque “ese es el tema central de su administración” y ha metido al “saco” a las fuerzas armadas, y a los aparatos de justicia y de Estado. Sin embargo, hasta ahora no hay algún avión militar que haya aterrizado en México con ese objetivo y eso habla del factor de negociación que tienen ambos países, concluyó.