Aumenta recompensa de EU por captura de Maduro y líderes venezolanos
JERUSALÉN, 18 de noviembre (Quadratín México).- Los esfuerzos diplomáticos para detener los combates entre el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) e Israel no consiguen abrirse paso entre los incesantes bombardeos, que hoy recrudecieron, a uno y otro lado de la frontera.
“Las dos partes tratarán de mostrar a sus pueblos lo que han conseguido en el campo de batalla para consolidar posiciones en sus demandas”, dijo un analista israelí en un programa de televisión.
El especialista expuso su análisis durante un debate televisivo con otros periodistas sobre las perspectivas de poner fin a la ofensiva “Pilar de Defensa” sin alcanzar la fase de un enfrentamiento terrestre.
El epicentro de las negociaciones está en El Cairo, el único gobierno del mundo con el que tanto Hamás como Israel mantienen relaciones diplomáticas y que puede ejercer de mediador sin sacrificar ningún principio de su política exterior.
Reticencia de Israel por su ideología islámica y, por tanto, afín al primer ministro de Gaza, Ismail Haniyah, el presidente Mohamed Mursi no pudo eludir las presiones internacionales de Estados Unidos, Alemania y otros de la Unión Europea, de los que depende en asistencia económica, y accedió a recibir a negociadores israelíes.
La discusión se encuentra en una fase demasiado inicial como para prever un rápido cese de hostilidades.
“Hasta ahora no llegó una propuesta ordenada de El Cairo a Jerusalén”, aseguró el periodista Ron Ben Ishai.
Explicó que “Hamás cree aún tener fuerza para seguir luchando” y prefiere por tanto recuperar terreno perdido para negociar desde una mejor posición. “Tiene aún capacidad ofensiva y su brazo armado sigue funcionando, así como sus instituciones civiles””, agregó.
“Lo que quiere Hamás antes de negociar es una foto impactante de un cohete explotando en Tel Aviv”, consideraron otros analistas sobre la búsqueda de un golpe de imagen que no le haga aparecer como perdedor.
Hasta media tarde Hamás y los grupos armados lanzaron 70 cohetes de varios tipos contra ciudades en el territorio israelí que se extiende en un radio de 75 kilómetros desde la franja, causando en algunos casos graves daños a edificios y coches y por lo menos una docena de heridos.
Las baterías antiaéreas “Cúpula de Hierro” derribaron 40 de los cohetes, entre ellos los que apuntaron a Tel Aviv y otras grandes ciudades.
“Hemos demostrado que tenemos la capacidad de plantarle cara a Israel”, dijo desde Gaza un militante islámico que pidió no ser identificado más que por su nombre propio, Jalil.
Para el comentarista palestino Daud Kuttab, “lo máximo que Israel sacará de su actual ofensiva es un debilitamiento del poderío militar de Hamás, pero no pondrá fin ni a su régimen ni a su habilidad de recuperación y capacidad de resistencia”.
En una jornada de reiterados bombardeos desde el mar y el aire de instalaciones del gobierno de Haniyah, recintos de adiestramiento, plataformas de cohetes, edificios públicos, antenas y viviendas de dirigentes, los muertos se cuantificaron en Gaza en 21, entre ellos cinco mujeres y ocho niños.
Se trata del mayor número de víctimas civiles en un solo día desde que comenzó lo que es sólo descriptible como una guerra, a pesar de que comparado con otras anteriores el número de víctimas es particularmente bajo.
En cómputo general, en la ofensiva “Pilar de Defensa” murieron 69 palestinos y tres israelíes.
Israel aprendió las lecciones de esa operación, que le causó grave daño de imagen internacional, y ésta es “mucho más quirúrgica”, aseguran todos los analistas, que reservan la valoración a que no lleve adelante la incursión por tierra que tiene preparada.
“Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) están listas para una expansión significativa de la operación”, declaró el primer ministro Benjamín Netanyahu, que no descarta todavía la opción negociadora si Hamás acepta un compromiso de no disparar cohetes contra Israel, tal y como viene ocurriendo casi a diario en los últimos dos años.
Aunque no lo expresan públicamente, la opinión mayoritaria de los jefes del Ejército, según muchos medios, es que Israel debe abstenerse de entrar por tierra para no perder el apoyo internacional, dado que el combate cuerpo a cuerpo en zonas pobladas generará muchos errores y muerte de civiles.
Un caso ya ocurrió la pasada madrugada cuando aviones de guerra israelíes bombardearon dos centros de comunicaciones e hirieron a una decena de periodistas palestinos que transmitían desde los dos edificios, que albergaban también medios internacionales de gran peso en la opinión pública árabe y occidental.
El Ejército sostiene que las instalaciones de comunicación, además de centros de prensa, eran usadas por el brazo armado de Hamás, lo que por otro lado no ha invalidado las críticas acerca de que Israel “trata de silenciar la libertad de prensa” para que no se informe sobre lo que ocurre en Gaza.
El ataque, aunque destruyó de forma muy precisa las dependencias en cuestión, encendió las alarmas y críticas desde numerosos ángulos y es ahora puesto como ejemplo de lo que podría significar para Israel un incursión terrestre que nadie parece querer, pero que podría ocurrir si las gestiones diplomáticas no se abren paso en los días próximos.
QMX/ntx/grr