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CIUDAD DE MÉXICO, 15 de marzo (Quadratín México).- En el mundo existe una gran preocupación porque, pese a los esfuerzos, no se logra que las poblaciones de las diversas naciones asuman una dieta saludable y así se revierta la obesidad, causa de las enfermedades de mayor mortalidad como las del corazón, diabetes, hipertensión y cáncer, entre otras.
La obesidad junto con estas graves enfermedades, amenazan a más de 500 millones de personas en el mundo, advirtió la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Ante ello, el organismo convocó a que se redoblen esfuerzos y se combata la comida industrializada cargada de azúcares y grasas, para lo que es necesario impulsar los alimentos originarios de cada país y región, como los granos.
Así lo establece el informe sobre la visita del director de la FAO, José Graziano da Silva, con profesores y estudiantes de la Universidad y Centro de Investigación de Wageningen, en los Países Bajos.
Graciano da Silva enfatizó la necesidad de garantizar la producción de alimentos inocuos y ofrecer a los consumidores mejores alternativas e información sobre sus dietas: “necesitamos estrategias integradas de nutrición, elaboradas con las aportaciones de la sociedad en su conjunto: el sector privado, los médicos y las organizaciones de consumidores, entre otros”.
Resaltó que mientras 870 millones de personas sufren hambre, hay también más de 500 millones de personas obesas y susceptibles de padecer enfermedades no transmisibles.
Graziano da Silva firmó un acuerdo con la Universidad de Wageningen que supone una colaboración más estrecha en la investigación científica y actividades conjuntas para fomentar y promover la educación, la investigación y la capacidad tecnológica en los países en desarrollo.
Aseguró que la FAO está renovando su relación con la universidad, ya que cree que en la lucha contra el hambre y la desnutrición, asociarse resulta “absolutamente esencial”.
En este marco, explicó que una revisión global de las estrategias de nutrición podría, por ejemplo, replantear el papel de los cultivos tradicionales, que han perdido espacio en las dietas modernas.
“Cada región tiene diversos cultivos que no son productos básicos y que se han utilizado en el pasado como alimentos”, dijo. “Un ejemplo es la quinua, de la que se celebra en 2013 su año internacional.” La quinua es un “súper alimento” andino de un alto valor nutritivo, similar a los cereales, rico en proteínas y micronutrientes.
El director de la FAO apuntó que si bien la ciencia y la tecnología deben impulsar el incremento de la productividad y la producción agrícola, advirtió que la tecnología no puede ser simplemente exportada de un país a otro y esperar que funcione a la perfección. Debe adaptarse a las condiciones locales.
“La agricultura es muy sensible y específica de un lugar concreto… El suelo, el clima, la disponibilidad de agua y muchos otros factores influyen en cómo una tecnología funcionará en otro sitio.
“Tenemos que preguntar a los agricultores qué necesitan, qué quieren, ver qué podría encajar, cómo debe adaptarse y garantizar que todo lo que hacemos termina perteneciendo a los propios agricultores”, añadió.
Graciano da Silva también habló de los cambios fundamentales que están teniendo lugar en la FAO, a medida que la Organización concentra su trabajo en los problemas más apremiantes del mundo relacionados con la alimentación, la nutrición y el desarrollo agrícola y rural.
“La misión de la FAO para ayudar a acabar con el hambre en el mundo es tan válida hoy como lo era en 1945 cuando se creó … pero los retos hoy en día son diferentes”, reconoció.
Subrayó que la FAO ha desarrollado nuevos objetivos estratégicos para responder a las nuevas tendencias y desafíos globales. Estos objetivos son: acabar con el hambre y la desnutrición; producir de forma sostenible, reducir la pobreza rural, mejorar los sistemas alimentarios y su equidad, y aumentar la capacidad de resistencia a los choques externos.
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