Teléfono rojo/José Ureña
¿Transición de terciopelo en el gobierno de Mancera?
Todo está casi listo para la transición política en el gobierno de la CDMX.
Y no nos referimos solamente a los cambios que involucra el nuevo estatus de la ciudad, eje de la gran Megalópolis, sino porque las elecciones de 2018 obligarán a Miguel Ángel Mancera a realizar ajustes en su equipo, muchos ajustes.
Ingenuo sería creer que los suspirantes del equipo de Mancera a las elecciones locales y federales de 2018, están al margen de la grilla interna. Cómo no.
En los diferentes círculos políticos del gobierno capitalino examinan con lupa los escenarios posibles y probables no sólo de la candidatura de Mancera, sino de los inevitables ajustes en el equipo de gobierno.
Mancera no es un candidato que pueda encasillarse en el concepto clásico del “tapado”. Está más destapado que muchos. Y trabaja en la construcción de una candidatura ciudadana que busca unir a las izquierdas y a los grupos independientes. Y hay que decirlo, su participación como presidente de la Conferencia Nacional del Gobernadores (Conago) le dio el impulso que necesitaba como fórmula de peso nacional.
El panorama está casi definido. Mancera va a pesar de los pataleos de Silvano Aureoles y Graco Ramírez, y del vecino panista Ricardo Anaya. Andrés Manuel López Obrador va en su propio carril. En el PRI se mantiene la vieja práctica del “tapado”.
Eso que ni qué, en el equipo de Mancera, los suspirantes andan como personajes de Almodovar, al borde de un ataque de nervios.
Y entre ellos nadie está exentos de golpes bajo la mesa, fuego amigo, bullying político, piquetes de ojo y hasta cambio de cachucha.
En una esquina están todos los que sienten el derecho ganado de ser distinguidos con la candidatura para despachar seis años en la oficina más grande del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, pero muchos otros ya se vieron como candidatos a alcaldes –en lugar de delegados- y a diputados constituyentes en el Congreso chilango. Y por qué no, a senadores y diputados federales.
¿Y quién se quedará a darle mantenimiento a la administración de la Ciudad de México? Vamos por partes.
Amieva, interino
De acuerdo a los tiempos formales del proceso 2018, Mancera formalizará su carrera presidencial cuando rinda su quinto informe de gobierno.
De manera paralela, los expertos en puntos de vista coinciden en que Mancera pasará la estafeta de la Conago a más tardar en octubre.
Y tendrá que solicitar licencia para dedicarse a la candidatura presidencial lo que implicará designar un jefe de gobierno encargado o interino por un año, lo que restaría del gobierno de Mancera.
José Ramón Amieva Gálvez, actual titular de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESO) capitalina, es el funcionario con el perfil más fuerte para convertirse en jefe de gobierno interino de la CDMX, confiaron a la politóloga Melita Peláez (Mela para sus detractores), expertos de todo lo que ocurre en la plancha del Zócalo y sus alrededores. ¿Cómo la ven?
Sí, ya se sabe que también tienen su corazoncito Patricia Mercado, actual secretaria de Gobierno y Héctor Serrano, secretario de Movilidad, pero no se ve que den la sorpresa.
A quien le ven más madera para hacerse cargo del despacho, sin complicaciones, es a Amieva Gálvez, abogado de la Universidad del Valle de México que ha acompañado a Mancera desde que se desempeñó como subprocurador, fue su coordinador jurídico de campaña en 2012 y también su Consejero Jurídico y Asuntos Legales, antes de hacerse cargo de los programas sociales.
El punto es que en el gabinete de Mancera hay al menos tres secretarios y un consejero que quieren competir por la candidatura al gobierno capitalino. Entre éstos el propio Héctor Serrano, pero también Manuel Granados, el actual consejero jurídico; Salomón Chertorivski, titular de Finanzas y Armando Ahued, el secretario de Salud.
Si deciden ir a la aventura electoral, Mancera tendrá que buscar otros encargados de despacho.
Y por cierto, por ahora no se esperan más sorpresas de espontáneos que se vayan a las filas del Peje. Pero la gente de Mancera y del PRD saben que se intensificará la pepena de sus ex compañeros de trinchera para convertir los votos de Mancera en “pejevotos”.
¿Transición de terciopelo?
Mancera está jugando todas cartas, pues no tendrá una competencia electoral relajada. Está claro que los perredistas no irían con Ricardo Anaya de candidato y los panistas tampoco lo harían con Mancera como abanderado.
En las próximas semanas la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) tendrá que resolver en torno a las controversias contra algunos aspectos de la nueva Constitución de la CDMX.
Pero también está pendiente que se nombre al fiscal anticorrupción para sintonizar a la CDMX con el Sistema Nacional Anticorrupción que será crucial en los próximos años. ¿Quién dijo yo? Lo curioso es que en este rubro no sobran candidatos, es más, faltan.
Mancera busca una transición de terciopelo para su proyecto político, pero no se librará del golpeteo de quienes en otros tiempos fueron sus aliados.