Escenario político
Candidaturas independientes, ¿condenadas al fracaso?
Pues ni modo, con la pena pero hay que decir que a poco más de un mes de que el INE de luz verde a los comicios 2018, no hay indicios de que aparezca en la escena política el Macron mexicano.
Y como diría don Teofilito, ni aparecerá.
Lo peor de esta historia es que las candidaturas independientes para la contienda presidencial en México, parece que están condenadas al fracaso.
Y no porque se considere que los perfiles de los aspirantes a convertirse en candidatos sin partido sean vistos como “muy bajitos”, sino porque los requisitos para lograr una de estas candidaturas son muy parecidos a las pruebas de sobrevivencia en las que no hay sobrevivientes.
Los requisitos y condiciones para esta figura política son tales que parecen estar diseñados para hacerlas inviables.
Los expertos en puntos de vista del equipo de la politóloga Melita Peláez (Mela para sus detractores) disponen de una lista de siete personajes que han expresado públicamente la intención de participar como candidatos sin partido o candidatos independientes.
Pero además de tener ganas de competir, los prospectos deben someterse a pruebas de resistencia tan descabelladas como la de reunir en tan sólo 120 días un número de firmas que los respalden, equivalente al 1 por ciento de la lista nominal de electores, es decir, un poco más de 850 mil firmas corroborables. Ah, y que sean representativas de al menos 17 entidades del país.
Este requisito implica que los suspirantes a ser candidatos independientes deberán contar con una infraestructura tal que les permita recabar 7 mil 83 firmas cada 24 horas y de manera ininterrumpida, ni más ni menos.
Eso no es todo, los entusiastas suspirantes deberán además pagar el proceso de promoción y recolección de firmas con recursos propios o privados de origen lícito. Lo cual supone que no recibirán recursos públicos para tal propósito.
¿Cuál cree que sea el resultado? A menos que los siete prospectos que conocemos Armando Ríos Píter, María de Jesús Patricio Martínez, Emilio Álvarez Icaza, Gerardo Fernández Noroña, Pedro Ferriz de Con, Jaime Rodríguez (El Bronco) y Édgar Ulises Portillo Figueroa, ya tengan su cochinito o alguna lana bajo el colchón.
Suspirantes en apuros
Convertirse en candidato sin partido ha sido una hazaña iniciada por Jorge Castañeda por aquellos años del 2003 cuando emprendió una batalla legal –que incluyó a las cortes internacionales- y que tuvo sus frutos hasta 2011 cuando se reconoció esta figura para la competencia política-electoral en la Constitución.
Y todo para que Castañeda decidiera declinar sus aspiraciones para apoyar la fórmula del senador guerrerense Armando Ríos Piter, mejor conocido como el Jaguar. Lo cansaron.
Una de las mejores aportaciones del Jaguar fue la iniciativa Mariposa enfocada a apoyar a los connacionales en Estados Unidos ante las políticas anti inmigrantes de Donald Trump. Digamos que arrancó con el pie derecho.
El caso de Álvarez Icaza representa a organizaciones ciudadanas enfocadas a defender los derechos humanos, aunque cuando terminó su gestión como secretario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos lo hizo en medio de una campaña negra en la que le achacaron la crisis administrativa de la institución y el uso del 82 por ciento de su presupuesto en salarios. Álvarez se agarró del chongo con el gobierno federal al acusarlo de dejar de pagar sus cuotas por contratar a un grupo de expertos en el caso Iguala.
Emilio encabeza el movimiento Ahora enfocado a recabar las firmas mágicas que le darían la candidatura. Tiene claro que una candidatura sin partido no debe convertirse en reintegro de los aspirantes que no tuvieron el respaldo de sus partidos y que lo único que les interesa es seguir viviendo del erario público.
Pedro Ferriz de Con lleva tres años dedicado a construir su candidatura y aunque es una figura conocida de la televisión no se destaca por una oferta política fuerte que lo haga competitivo.
Gerardo Fernández Noroña es un líder social cuyas acciones controvertidas, como tirarse frente a las camionetas de funcionarios o saltarse las vallas de seguridad en Los Pinos le ganaron notoriedad. Pero a la hora de buscar las firmas lejos de Andrés Manuel López Obrador lo pondrá a prueba.
María de Jesús Patricio Martínez, indígena nahua de Jalisco, fue designada por el Consejo Nacional Indígena –vinculado al EZLN- para darle voz a este segmento de la población en la competencia presidencial. La única manera que haría posible que el nombre de María de Jesús apareciera en las boletas es cumpliendo con el requisito de las firmas.
Édgar Portillo es un académico universitario que recién declaró sus intenciones de participar en esta aventura política. Se verá si tiene el perfil o no.
El Bronco, desdibujado
De Jaime Rodríguez, El Bronco, es el más controvertido de los aspirantes pues se trata del primer candidato sin partido en ganar una gubernatura, pero sus acciones han sido muy criticadas y dejado mucho que desear. Tanto que sus detractores aseguran que El Bronco se ha encargado de sepultar la poderosa marca “independiente”.
Ya perdimos la cuenta de cuántos funcionarios ha removido y le han renunciado al Bronco. Y en los dos años que lleva después de la hazaña regia, se ha dedicado a tratar de acabar judicialmente al ex gobernador Rodrigo Medina.
A la manera de Donald Trump El Bronco presume que no le hacen falta los medios de comunicación pues dispone de las redes sociales, pero hace unas semanas detonó un escándalo vinculado al uso de recursos públicos para promocionar su imagen, difundido por el Norte, empresa periodística a la que vetó por sacarle sus trapos al sol.
El Bronco asegura que no le cuesta la propaganda, pero se sabe que ha pagado mucho a su asesor en imagen a cargo ahora de su promoción como presidenciable.
Otros pendientes de El Bronco son los temas de la inseguridad y un proyecto inmobiliario poco claro. Lo malo es que sus detractores se preguntan si ya comenzó el año de Hidalgo en Nuevo León. Algo sabrán.
Más piedras en el camino
Un tema aún por resolver es el acuerdo del INE para prohibir la compra de espacios destinados a la propaganda en redes sociales, en realidad una de las contadas opciones para la propaganda de los independientes en virtud de que la mayoría de los 20 millones de spots con los que nos bombarearán de aquí a las elecciones de 2018, se pautarán para los candidatos con partido. Triste historia. ¿Qué no?