
El predial talón de Aquiles municipal
La pesadilla del PRI y su XXII Asamblea Nacional
Llegó la hora de la verdad, “fuera máscaras” como diría el clásico Aquiles Baeza.
Esta semana se sabrá hasta dónde son capaces los priistas de asumir su realidad política ante el reto de las votaciones en 2018, esto es, conservar el poder presidencial o perderlo. No hay más.
El PRI enfrentará las duras autocríticas de sus “políticos de café”, aunque en realidad la pesadilla que mantienen en vela a la burbuja tricolor y al grupo Toluca es el riesgo de una fractura interna que los haga polvo.
Los escenarios de esta súper libre épica, serán las cinco mesas temáticas que sesionarán durante el 9 y 10 de agosto, fechas en las que puede darse por hecho que modificarán los estatutos para abrir los candados que le permitirá a you know who disponer de un abanico más amplio de opciones para designar al candidato presidencial, siempre y cuando se mantenga la tradición del dedazo, of course.
En realidad ésta es la prueba de fuego para determinar primero si lograron ahuyentar los presagios de la fractura interna y, además, para mostrar las fortalezas y debilidades del grupo mexiquense.
Y si no salen tan rasguñados como se espera, EPN podrá anunciar el 12 de agosto, en la sesión plenaria, que están listos para hacer lo que puedan en 2018.
El otro escenario será que entre gritos y sombrerazos, los “políticos de café” del PRI, que hoy son identificados como el ala crítica del tricolor, pero a los que ningunearon y los acusaron de ser resentidos y viscerales, logren acallar las matracas de los disciplinados e incondicionales para conseguir el compromiso de piso parejo y una elección interna abierta para votar democráticamente a su abanderado y no por la vía de la imposición y el dedazo. Uy, suena muy pero muy retro.
La XXII Asamblea Nacional del PRI no pinta para ser una fiesta como quieren hacerlo ver sus organizadores, porque en el fondo se trata de afianzar la estructura de un partido político para retener el poder.
Todos saben que en los últimos años el PRI ha perdido 4 millones 700 mil votos; ganó el Estado de México con un millón de votos menos de los que obtuvo hace seis años; gobierna menos del 54 por ciento de la población en el país; y en 2018 enfrentan la andanada partidista de “todos unidos contra el PRI”.
Ser priista, es lo de menos
Las divisiones internas en lo que fue “el partidazo” son muy profundas, nada que ver con los sombrerazos de Ulises Ruiz e Ivonne Ortega. El grupo de los tolucos centralizó el poder y el control de su partido, y ya ven cómo les fue.
Los acuerdos de la XXII Asamblea pueden llevar a aceptar candidatos de personajes que ni siquiera sean militantes del PRI, ya es lo de menos.
Lo importante para los estrategas del tricolor es que tengan aceptación entre los potenciales electores, cabalguen con cierto aire independiente, y adopten el modelo priista para los próximos años.
Y claro, que puedan enfrentar a sus adversarios en cualquier terreno.
El problema es que las propuestas de los “políticos de café” del PRI que piden transitar hacia la posibilidad de adoptar el modelo del gobierno compartido, con la reglamentación correspondiente, parece que no está en el radar de los actuales dirigentes.
PRI, el reto
En realidad los priistas acusados de actuar como “políticos de café” por el líder de la CNOP, Arturo Zamora, le dieron vida al priismo que nuevamente mostró sus achaques de partido viejo con aspecto de millennial, para dar el gatazo.
El debate que les propuso Manlio Fabio Beltrones –-a quien han querido jubilar varias veces– y otros ex dirigentes nacionales, tiene como esencia rescatar la gobernabilidad del país ante la pulverización del voto, pero también implica una sacudida para superar el voluntarismo de Los Pinos.
El reto para el PRI es que sus candidatos dejen de ser candidatos a Almoloya.