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CIUDAD DEL VATICANO, 5 de octubre (Quadratín México).- Todo está listo en los juzgados vaticanos para que este sábado tenga lugar la última audiencia del “juicio del siglo” contra el ex mayordomo papal, Paolo Gabriele, por el robo de documentos confidenciales a Benedicto XVI.
En torno a las 09:00 horas locales (07:00 GMT) comenzará la sesión en la que el jurado dará a conocer su deliberación y se dará lectura a la sentencia por parte de Giuseppe Dalla Torre, el presidente del “colegio juzgante” compuesto por otros dos jueces.
En la sede de los tribunales vaticanos, justo detrás de la Basílica de San Pedro, la cuarta audiencia del proceso se centrará en los alegatos finales. Primero se espera la intervención del promotor de justicia (fiscal), Nicola Picardi, quien expondrá la requisitoria.
Inmediatamente después la abogada Cristiana Arru pronunciará la arenga defensiva, antes de pasar a un momento de réplicas entre ambas partes. Por último tomará la palabra Gabriele, quien podrá dirigirse libremente a los magistrados.
Luego los tres jueces se retirarán a deliberar sin límite de tiempo y a su regreso leerán la sentencia de culpabilidad o inocencia del imputado en el delito de “robo agravado”.
La situación de Gabriele es extremadamente desfavorable porque el delito, en práctica, se encuentra acreditado, ya que fue detenido “in fraganti”, es decir en posesión de más de mil documentos confidenciales robados.
Inicialmente la defensa apuntó a demostrar la inestabilidad psicológica del ex mayordomo como estrategia para aligerar su posición, pero dos pericias demostraron que, pese a tener una personalidad débil e influenciable, siempre mantuvo el uso pleno de sus facultades mentales.
Con la renuncia del primer abogado defensor, Carlo Fusco, la estrategia cambió y se centró en minimizar la responsabilidad del acusado además de argumentar malos tratos en su contra y atacar los métodos de investigaciones de la Gendarmería Vaticana, la policía judicial del Vaticano.
Por lo pronto Gabriele corre el riesgo de ser condenado a una pena que va de uno a cuatro años de cárcel, la cual debería pagar en un centro de detención italiano, aunque no se descarta que el Papa Benedicto XVI le conceda el indulto.
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