Dos muertos, saldo de enfrentamiento en Parácuaro
CIUDAD DE MÉXICO, 20 de septiembre de 2017.- El gimnasio de la delegación Benito Juárez parece un remanso en medio del caos que se ve a los alrededores, donde hay edificios caídos en las calles de Petén, Tokio y Saratoga y los voluntarios trabajan a gritos.
En el gimnasio, convertido en refugio, los niños juegan, las señoras platican y algunos perros descansan. Pero quienes ahí están y pasaron la noche en colchonetas, llegaron hasta ahí asustados porque su casa se quedó sin gas, sin luz o no parecía lo suficientemente segura para permanecer dentro, luego del terremoto del 19 de septiembre.
Es el caso de Magali Luna quien perdió el departamento en que vivía a causa del terremoto de 7.1 grados de magnitud, pero la estudiante de la Escuela Superior de Música conservó su violín, que providencialmente ese martes trágico se llevó a la escuela.