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CIUDAD DE MÉXICO, 31 de agosto de 2016.- Dilma Rousseff, la cuarta presidenta en 31 años desde la instauración de la democracia en Brasil, fue definitivamente apartada del gobierno.
Pese a las alertas de la hoy oposición, en el sentido de que se está frente a un “golpe parlamentario”, 61 senadores votaron a favor de su salida, pues bastaban 54 votos para ello.
En una segunda votación, la Cámara Alta resolvió no quitarle la posibilidad de volver a ocupar cargos públicos o ser candidata.
En la historia reciente, es el segundo jefe de Estado en Brasil en sufrir un impeachment, aunque las razones son radicalmente diferentes.
En el caso de Rousseff, las razones para derribar su segundo mandato, iniciado el 1 de enero de 2015, se basan en presuntas irregularidades fiscales, que de acuerdo a su defensa no fueron cabalmente probadas.
Con Fernando Collor de Mello la historia fue muy diferente, ya que su salida obedeció a las acusaciones de corrupción que pesaron sobre él.
La defensa de Rousseff pidió que la votación fuera dividida en dos partes: solicitó que los senadores votaran por separado la pérdida del mandato y el impedimento para ejercer cargos públicos. Después de un largo debate, finalmente el Tribunal concedió ese reclamo y se votó por separado.
Así fue que minutos después de haberla destituido 42 senadores se inclinaron por inhabilitar a Rousseff, 36 votaron a favor de mantenerle los derechos y tres abstenciones, por lo que no se alcanzó los dos tercios (54 votos) de la Cámara Alta tomar la decisión de alejarla de la política.