
Vamos a transformar con el corazón el nuevo PJ: Verónica de Gyvés
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de noviembre, (Quadratín México).- En el Congreso de la Unión todo es posible, paráfrasis anodina de que el Senado no es como lo pintan. Y la Cámara alta cumplió una especie de capricho presidencial, aprobándole a Felipe Calderón, como escenografía a Las Golondrinas, la segunda iniciativa de reforma que le restaba: la laboral.
Porque la primera de estas dos iniciativas preferentes, que estrenaron lo previsto en la reforma política, la de la Ley de Contabilidad Gubernamental, fue aprobada en tiempo y forma, por supuesto no ayuna de bemoles y discrepancias legislativas, e incluso promulgada el pasado viernes 9 del mes que corre rumbo a la conclusión del sexenio calderonista.
Así, anoche había sonrisas en la casa del presidente Calderón, no en Los Pinos porque la familia Calderón-Zavala hace un mes que no habita la residencia oficial, sujeta al proceso de acondicionamiento al gusto de los nuevos inquilinos que llegarán el próximo sábado 1 de diciembre.
Incluso, bien podrá Felipe Calderón presumir esta reforma laboral como un logro personal, pese a los ajustes que sufrió su iniciativa original en ese ir y venir de la minuta entre el Palacio Legislativo de San Lázaro y el nuevo edificio senatorial de Insurgentes y Reforma, de la legisladora de origen a la colegisladora e ida y vuelta con los arreglos y arrebatos de artículos que se convirtieron en manzanas de la discordia entre panistas, perredistas y priistas. Y una pincelada de la senadora neoaliancista Mónica Arriola.
Entonces, nunca como anoche se ajustó la frase del Hijo Desobediente: “Haiga sido como haiga sido”, pero hubo Reforma Laboral, coja porque ya en el extremo los senadores determinaron que Felipe Calderón la promulgue sin dos artículos: el 388 bis y el 390, que serán devueltos a la Cámara de Diputados para discutirlos, afinarlos y aprobarlos en el tiempo que se requiera, al final de cuentas el grueso de la reforma ya salió.
Así, como dicen los clásicos, después de una larga sesión en la que menudearon los protagonismos y desplantes verbales, desacuerdos y coincidencias, empatías y remilgos de senadores perredistas, panistas y priistas, hasta los discursos de ponderación, por 99 votos a favor y 28 en contra, el pleno senatorial aprobó las modificaciones que, en la minuta correspondiente, hizo la Cámara de Diputados, a ocho artículos en materia de democracia sindical, rendición de cuentas y transparencia.
En suma, los senadores ratificaron los cambios hechos por los diputados a los artículos 371, fracción IX, y 373 en su primer párrafo, de la Ley Federal del Trabajo, e incluyeron al proyecto los artículos 388 bis y 390, aunque devueltos a la colegisladora con el fin de ser debatidos, analizados y, de proceder, aprobados.
Es menester referir que en la minuta de la reforma laboral, los diputados determinaron establecer en el 371 que en el procedimiento para la elección de la directiva de un sindicato se practique “el libre ejercicio del voto con las modalidades que acuerde la asamblea general, de votación indirecta y secreta o votación directa y secreta”.
Paralelamente, en el artículo 373 se incluyó que la directiva de los sindicatos, en los términos que establezcan sus estatutos, deberá rendir a la asamblea, cada seis meses por lo menos, cuenta completa y detallada de la administración del patrimonio sindical y la rendición de cuentas incluirá la situación de los ingresos por cuotas sindicales y otros bienes.
Por lo que concierne a los artículos 364 bis, 365 bis, 391 bis y 424 bis, quedaron en los términos con los que el Senado los envió a la colegisladora. En ellos se estipula que el registro de los sindicatos sea público y bajo principios de legalidad, transparencia, certeza, gratuidad y respeto a su autonomía.
Además, en esos apartados se agrega que las juntas de Conciliación y Arbitraje harán públicos los contratos colectivos de trabajo y los reglamentos interiores de los sindicatos a fin de que cualquier persona pueda consultar esa información.
Tres posturas destacaron en la discusión de la minuta que finalmente fue enviada al Ejecutivo para su promulgación. A saber:
La del senador priista Raúl Cervantes Andrade, quien recordó que desde la plataforma electoral del PRI “se dijo sí a la reforma laboral en donde buscaríamos la flexibilización, la maximización del trabajo y el crecimiento económico”, porque esta legislación servirá a los mexicanos y generará mejores condiciones de vida, aunque estimó “falta una integralidad pues las inversiones no vienen sólo porque se modifica la ley laboral”.
Y la del senador panista Javier Lozano Alarcón, el polémico ex secretario del Trabajo y Previsión Social, cuya insistencia fue en torno de la rendición de cuentas y la democracia sindical, aunque puntualizó que los albiazules “no buscamos que se detenga la marcha de la reforma laboral porque estamos de acuerdo en el resto de su contenido y queremos que esto siga adelante para su promulgación, publicación e inicio de vigencia”.
Luego la senadora del PRD, Alejandra Barrales Magdaleno, quien lamentó el resultado de la reforma laboral porque, reprochó, “con argumentos cantinflescos se encargaron de que los trabajadores no pudieran defenderse y los ataron de manos al suprimir el artículo 388 bis”.
Y la senadora neoaliancista Mónica Arriola Gordillo, que de pronto fue fiel de la balanza, estimó que esta reforma contiene lo esencial e indispensable para elevar la competitividad y productividad del país.
Y, bueno, en la reiterada paráfrasis de Felipe Calderón, la reforma laboral salió del horno senatorial “haiga sido como haiga sido”.
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