Aumenta recompensa de EU por captura de Maduro y líderes venezolanos
href=»http://mexico.quadratin.com.mx/wp-content/uploads/2013/05/Kermit-Gosnell.jpg»>CIUDAD DE MÉXICO, 16 de mayo (Quadratín México).- Un médico de Filadelfia que se dedicaba a practicar abortos y quien fue declarado culpable de matar a tres bebés, evitó la pena de muerte, pero sentenciado a cadena perpetua.
El doctor Kermit Gosnell, fue hallado culpable por un jurado popular, de tres cargos de asesinato en primer grado por los abortos realizados en embarazos de gestación avanzada en su clínica y de asesinato involuntario por la muerte de una mujer que falleció por sobredosis de anestesia durante una de las prácticas abortivas.
Sin embargo Gosnell evitó la sentencia a muerte en una negociación acordada con los fiscales y renunció a su derecho a apelar el fallo.
Gosnell, de 72 años, enfrentaba más de 260 cargos por los abortos llevados a cabo en su clínica, y cuya brutalidad había motivado que los investigadores la calificaran de “casa de los horrores”.
La clínica Women’s Medical Society, ubicada en el oeste de Filadelfia funcionó entre 1979 y 2010, cuando fue clausurada a raíz de una queja relacionada con la prescripción ilegal de narcóticos y las autoridades descubrieron el tipo de operaciones que llevaba a cabo en el interior.
Ex empleados de la clínica declararon que Gosnell practicó numerosos abortos ilegales después del límite que exigían las leyes de Pensilvania, es decir de las 24 semanas de embarazo, por lo que atendió el nacimiento de bebés vivos y que él o sus asistentes mataban.
Los fiscales habían solicitado la pena de muerte porque Gosnell mató a más de una persona y sus víctimas eran especialmente vulnerables dada su edad. Pero la propia edad de Gosnell hacía poco probable que lo ejecutaran antes de que todas las apelaciones cumplieran su curso.
Los fiscales aceptaron condenarlo a dos cadenas perpetuas sin derecho a libertad condicional. Gosnell enfrenta otra audiencia el próximo miércoles por la muerte de un tercer bebé, un fallo de culpabilidad por homicidio no premeditado, en la muerte de una paciente y cientos de cargos menores.
El Departamento de Salud de los Estados Unidos ya había recibido denuncias previas en 1996, por una mujer que sufrió perforación de útero; en 2002 y 2009 por la muerte debido a un aborto de dos mujeres.
La investigación reveló que las pacientes de Gosnell, la mayoría inmigrantes y pobres, pagaban alrededor de 300 dólares por abortos realizados durante el primer trimestre de embarazo y entre 1.600 y 3.000 por interrupciones ilegales del embarazo tras la 24 semana de gestación.
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