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CIUDAD DE MÉXICO, 20 de abril de 2021.- Las acciones y decisiones del ser humano han provocado que los últimos cinco años hayan sido los más calurosos en la historia; las tres décadas más recientes han registrado la mayor temperatura en el mundo desde 1950; los glaciares se derriten y los periodos de lluvia varían como consecuencia del cambio climático.
De acuerdo con la UNAM, Dolors Ferrés López y Diego de Jesús Chaparro Herrera, profesores universitarios de la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra (ENCiT) y de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, respectivamente, aseguran que el ser humano transformó de manera acelerada los ecosistemas, acción que conduce también a una rápida extinción de especies.
“Existe un grupo de investigadores que postulan que estamos ante una nueva época geológica, el Antropoceno, en la que somos la principal causa de la desaparición de las especies. Aunque las extinciones masivas que se vivieron en el pasado geológico tuvieron diferentes causas y constituyeron, en ocasiones, la pérdida de hasta 95 por ciento de las especies existentes -incluidas las de microorganismos-, afortunadamente no estamos en esos niveles”, puntualiza Dolors Ferrés.
Chaparro Herrera recordó que “hay quienes comparan la vida natural con las 12 horas de un reloj, y parece que en el lapso de un minuto los seres humanos hemos acabado con muchísimas especies, mientras que las extinciones anteriores fueron en periodos largos”.
En el E-book “Sentir, pensar y actuar frente a la emergencia climática. Una guía para conocernos mejor y poder actuar”, editado por Greenpeace, Alice Poma, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS), y Tommaso Gravante, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), escriben:
“Somos seres humanos, pero seguimos siendo una especie animal más en este planeta y requerimos oxígeno, agua y nutrientes para vivir. Todos esos elementos están presentes en abundancia en la Tierra, aunque ya muy contaminados y en ocasiones inaccesibles a causa del modelo de desarrollo que desde hace más de un siglo predomina”.
En la publicación señalan que el mundo no es el mejor, pero si no se conoce lo que había y no se siente dolor o tristeza por la pérdida de estos elementos naturales, será difícil romper con la indiferencia hacia la actitud ecocida –cualquier daño masivo o destrucción ambiental– de las últimas décadas y construir una conducta espontánea ecofílica, es decir, la capacidad de estar en armonía con la naturaleza.
Cambio climático y disponibilidad de agua
El cambio climático generado por la mayor emisión de gases de efecto invernadero acelera cambios en el clima, los océanos y en el suelo de los que dependemos. Si continuamos con esta tendencia existe la posibilidad de afectar los recursos alimentarios y la disponibilidad de agua para consumo humano, alerta Dolors Ferrés en ocasión del Día Internacional de la Madre Tierra, que se conmemora el 22 de abril.
Lo mismo ocurre con los océanos, ya que existen varias zonas del planeta donde el calentamiento de la atmósfera induce la acidificación del agua marina, y junto con otras problemáticas como la sobrepesca, o los residuos plásticos, constituyen algunas de las principales amenazas que acechan a esas masas del vital líquido.
Somos las generaciones con mejor conocimiento y, sobre todo, con la posibilidad de obtener, mediante diversas herramientas y con la participación de otras disciplinas, datos para analizar el problema y argumentar que estamos ante una situación acelerada de degradación del ambiente, enfatiza.
A pesar de que los seres humanos han deteriorado también su relación con la naturaleza, la geóloga universitaria considera que aún es posible reconciliarse con ella.
“Necesitamos de la Tierra y de todos sus sistemas para mantener un ambiente que permita que sigamos existiendo en el planeta, la naturaleza es dinámica y los procesos y fenómenos que ocurren en ella nos provee de recursos, pero también pueden impactarnos, en ocasiones de forma severa; la ocurrencia de algunos de estos fenómenos y los impactos asociados se están acelerando”.
Sin embargo, es posible desarrollar proyectos para tener sociedades más sustentables en la medida que podamos saber las características, estructuras, propiedades, procesos que ocurren en el mundo y buscar formas de conocer mejor la naturaleza y el entorno.
En ese sentido, Dolors Ferrés hace referencia a la formación de estudiantes de Ciencias de la Tierra de la UNAM, la cual busca que analicen y comprendan de manera integral cómo las diferentes partes del sistema terrestre interaccionan entre sí y con las sociedades.
Es necesario tomar conciencia, afirma, que la salud humana es una parte de la salud del ecosistema y de ello depende evitar enfermedades; esto lo hemos visto con la pandemia actual al igual que con otras enfermedades de importancia en África o los problemas con los mosquitos en Mesoamérica.