La nueva naturaleza del episcopado mexicano
“El que se mueve no sale en la foto” Fidel Velázquez
Por: Ana Lucía Medina Galindo
Diversos actores políticos, afirman que es muy temprano para hablar de la sucesión presidencial de 2024. Nada más alejado de la realidad, detrás de un “concentrémonos en el presente”, “hay que atender lo urgente”, “no nos distraigamos futureando”, hay creación de estructuras, estrategias, llamadas, algunos guiños coquetos y hasta apartaditos de recursos.
Los proyectos para construir la candidatura presidencial dentro del partido gobernante y fuera de él, están echados a andar, ¿es temprano para hablar de ello?, depende de quién lo diga, para los ciudadanos si, para los políticos no.
A 138 semanas de que se lleve a cabo la elección, la realidad y la experiencia nos indican que apenas es tiempo suficiente para concebir un proyecto nacional que impacte en el electorado, además las condiciones cambian para cada caso en particular.
Remontémonos a la época de oro del priato, los codazos iniciaban varios años antes de que culminara el sexenio, eso, a pesar de que la estabilidad del régimen aseguraba una sucesión “tersa”, acompañada de elecciones poco competidas al exterior, más bien sometida a la contienda de los cercanos al presidente quienes buscaban garantizar el apoyo de los sectores, los pactos políticos con los líderes del corporativismo mexicano y la aprobación de las estructuras de poder… Todo quedaba bajo el manto protector del partido hegemónico. El golpeteo fuerte era interno, los secretarios de estado más poderosos se miraban unos a otros tratando de encontrar al enemigo a vencer.
Pero la llegada al poder de otras fuerzas políticas, ha hecho imperiosa la necesidad de librar las batallas no solo dentro y fuera del partido, sino dentro y fuera de Los Pinos o de Palacio Nacional…
Por su parte, todos los presidentes suelen tener dos o tres perfiles en la mesa, no solo para examinar quien es el más leal, también previendo que alguno de ellos no prospere en sus intenciones… No sea que se descarrile, que muera repentinamente, que le salga un pecado inconfesable o pierda la confianza del grupo en el poder. Si esto es así se configura un relevo de extrema urgencia con los riesgos que ello conlleva, por tal motivo, siempre hay apuntados en la lista esperando a que el favorito sufra alguna desgracia para dar un paso al frente.
¿Pero qué sucede con quienes buscan ser candidatos por parte de algún partido opositor o por una alianza de diversos partidos? Pues que estos personajes tienen aún más necesidad de definiciones.
Desde la oposición, la construcción de una candidatura presidencial, supone elevada complejidad, de ahí que proyectos como el de Vicente Fox y Felipe Calderón, hayan iniciado formalmente 3 años antes de la elección, y justo después de los procesos electorales intermedios para renovar la Cámara de Diputados. Un caso aún más añejo, fue el de López Obrador, actual presidente de México, quien se dedicó a construir su proyecto, durante 18 años.
Esto es así, porque al estar fuera de la nómina del gobierno federal, sin apoyo de las estructuras del poder, sin acceso al presupuesto público, ni a programas sociales que repartir y sin los medios de comunicación de su lado, es evidente que se requieren algunos años para lograr configurar un equipo sólido que sea capaz de formar, nutrir y acrecentar una estructura propia y confiable a lo largo y ancho del país, buscando a la vez financiamiento sostenido, agenda transversal, posicionamiento y aprobación.
No olvidemos que existe la pretensión de conservar una alianza político electoral entre diversos partidos de oposición, lo cual reduce aún más las posibilidades de quienes pretenden estar en la boleta presidencial.
¿Y qué decir de los presidenciables la llamada “Cuarta Transformación”?, sin duda, no es ningún día de campo, tienen que sacudirse a los otrora compañeros de proyecto y deben ganarse la simpatía del presidente, también demostrar lealtad y nulas intenciones de brillar más que él, sume usted acuerdos con las bases, demostración equilibrada de fuerza, ganar simpatías de los demás liderazgos, jalar la cuerda y soltarla asertivamente, robarse la atención del círculo rojo, aparecer en redes sociales y en los eventos más importantes del régimen, financiar sus proyectos y ser noticia desde la secretaría que encabezan o desde la coordinación legislativa evitando a toda costa los escándalos.
No es temprano para quienes pretenden gobernar un México que se ha modernizado, pese al retroceso que representa el gobierno de López Obrador, la sociedad es más compleja y los actores políticos se encuentran desfasados de la nueva realidad, la administración del desarrollo nacional es más complicada y las respuestas y estrategias para ello requieren de mucha y variada ingeniería pública, la burocracia avanza hacia su profesionalización y la sociedad civil exige más atención mientras se involucra en los temas que les interesan.
¿Usted quiere ser presidente de México en 2024?, ya se está tardando.