La nueva naturaleza del episcopado mexicano
Hace unos días, comenzó a circular un video donde en la Primaria 24 de febrero, en Guaymas, Sonora, alumnos son capacitados sobre qué hacer en caso de que se encuentren en medio de un fuego cruzado. Celebro la iniciativa de los maestros, sin embargo, es una escena que no debería estar sucediendo; los niños sólo deberían estar preocupados por pasar sus exámenes, porque los elijan en el equipo de futbol, no por cuidar sus vidas.
De la misma manera, en Fresnillo, Zacatecas, mientras las maestras cantaban “Un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña”, el sonido en las bocinas era de balazos y los niños tenían que estar pecho tierra, también simulando que se encontraran en medio de una balacera.
El problema es que la realidad del país nos orilla a capacitar a los niños de esta manera, de hacer simulacros para que sepan cómo actuar ante una situación de emergencia y esto porque la violencia se está expandiendo y lo peor, se está normalizando.
Un simulacro es una capacitación para que, cuando la situación sea real, sepas como actuar y por tanto, cuidar tu integridad física y patrimonial, lo vemos en la Ciudad de México cuando cada septiembre se conmemora y se realiza un gran simulacro para estar preparador por los terremotos; la casualidad ha hecho que ese mismo día tiemble, pero es una cuestión natural, las balaceras son creaciones humanas, y los niños están expuestos a que en cualquier momento, se desate una.
Un simulacro es una simulación, como también lo hay en muchos otros aspectos, policías que simulan cuidarte, políticos que simulan trabajar en beneficio de la gente, cuando tienen una vinculación directa con los criminales, autoridades que simulan ejercer los recursos en beneficio de los gobernados, y así podemos seguir la cuenta, pero tienen algo en común, todas estas simulaciones son mortales.
Si vivimos en un país que tiene los índices de violencia y homicidios, más grandes de la historia, es porque existe un gobierno que simula que todo va bien, que le da órdenes al Ejército de simular que están en las calles para proteger a la gente, mientras lo único que pueden hacer es dar abrazos.
No dudamos de la lealtad de una gran parte de las fuerzas militares, es más, no entiendo una razón por la cual los cuerpos castrenses estén en tierras hostiles, si no es por patriotismo, pero por algunos pagan todos, y esos son lo más peligrosos, y deberían ser juzgados por alta traición a la patria.
También hace unos días circuló un video de dos supuestos soldados de la Marina, bailando y pasando el tiempo, rodeados de gente que pareciera ser del crimen organizado, hasta el momento no se había desmentido o confirmado si el contenido era real o montado, pero no dudo que esta escena sí ocurra en muchos lugares.
De hecho, las propias filtraciones de Guacamaya, señalaron que Inteligencia Financiera investigaba a militares por lavado de dinero de 239 mdp; ellos mismos saben de la corrupción que existe dentro, pero al parecer prefieren esconder la basura bajo la alfombra.
Todo esto nos lleva a que vivimos en un país que simula garantizar justicia, que estamos en un constante simulacro, lo malo es que la realidad rebasa la ficción y estamos solos. Como los niños de las primarias, debemos aprender a cuidarnos entre nosotros, esperando que las réplicas nunca nos alcancen.