Escenario político
Doña Lety
Una historia criminal de complicidades oficiales…
La semana pasada fue detenida, por fuerzas federales, en Puebla la jefa de los narcomenudistas de Quintana Roo, Leticia Rodríguez Lara, apodada Doña Lety.
Su historia muestra las debilidades del sistema de justicia mexicano. Y señala complicidades oficiales que solamente pudieron ser rotas fuera de la entidad, lejos de Cancún donde controlaba la venta de droga y estaba enfrentada con otros grupos criminales por el control de la droga.
Lo asombroso es que hasta mediados del año pasado fue vecina del gobernador Roberto Borge en los lujosos departamentos de Puerto Cancún, uno de ellos en la Torre Maoiris fue cateado en estos días.
¿El aparato de seguridad del gobernador no se enteró? ¿Ninguno vio a la conocida narcomenudista?
De igual forma se cateó su residencia en el fraccionamiento Villa Magna, cerca del aeropuerto de Cancún, vecina aquí de la familia del exgobernador…
En la casa situada en este fraccionamiento residía un ex policía ministerial, Ángel Fernando T. C., que fue jefe de la escolta del ex procurador de Borge, Gaspar Armando García Torres y, también, era el responsable de pagar complicidades entre los policías. Acompañaba a Doña Lety cuando fue detenida.
¿Más cerca del poder?
El que fue secretario particular del entonces procurador, de nombre José Guillermo A. V., habría sido detenido por personal de la SEMAR este fin de semana, en un domicilio situado en la Región 92 de Cancún… se le encontró una “báscula gramera” presuntamente para pesar cocaína.
¿Así o más clara la protección y la complicidad oficiales?
En Quintana Roo todo mundo sabía de Doña Lety. Una mujer que fue policía federal en sus origines y que controlaba la venta de droga al menudeo, que comenzó como “empleada” de un viejo narco oriundo de Sinaloa, Clemente Soto… Todo mundo, también, conocía que era intocable, que la red de complicidades que había tejido llegaba muy arriba y pasaba por todas las policías, comenzando por los municipales de Cancún.
El ex policía ministerial, Ángel Fernando T.C., tampoco fue detenido pese a sus actividades abiertamente criminales, a que fue descubierto en una operación de “clonación de tarjetas”, simplemente se le “envió” a Chetumal “castigado” y ahí renunció para seguir con Doña Lety, para acompañarla en la guerra por el control de la plaza que ha costado muchas vidas.
Hace varias semanas en un operativo que buscaba asaltantes de una pizzería, por casualidad y porque los policías que participaban no eran parte de la organización criminal, se detuvo al hijo de esta presunta criminal, apodado “El Dobber”, en una camioneta con armas y droga. A partir de ahí se abrió un verdadero boquete en su sistema de protección.
En Cancún ha habido en 2017, hasta principios de agosto, 102 ejecutados. Todavía hoy es muy simple conseguir droga: Basta con pedirla al chofer del taxi en que te subas, o a los vendedores ambulantes de la zona hotelera, o en las tiendas de artesanías frente a los grandes hoteles, o en las puertas de las discotecas, o a los mismos meseros y/o cantineros de estos “antros”… ¿Por qué? Porque hay un consumo abierto de extranjeros.
Y, desafortunadamente, también de nacionales aunque en menor medida.
El narcomenudeo es un negocio muy codiciado. Y los policías reciben dinero de éste.
Doña Lety tenía, además del departamento y la residencia vecinas del entonces gobernador Roberto Borge, una casa en la colonia Alfredo Bonfil. Todo mundo sabe en Cancún que ahí residen importantes narcotraficantes, y todas las autoridades han optado por no meterse entre sus calles.
¿La detención de Doña Lety cambió algo? De entrada destruye una red de complicidades entre policías y personajes muy cercanos al mismo titular de la entonces procuraduría de justicia del Estado. Tal vez, hay que prevenirlo, haya violencia en consecuencia pero detener primero al hijo y después a la “gran jefa”, a la “intocable”, cambia las reglas del juego.
Tal vez, solamente tal vez, los policías comiencen a entender que la impunidad para sus complicidades criminales no es eterna…
¿Alguien le preguntará al ex procurador de justicia del Estado de Quintana Roo porque personas tan cercanas, de tanta confianza como quien fuese su secretario particular y el mismo jefe de su escolta, podían estar al servicio de Doña Lety?
Mientras las instituciones de justicia y las policías del país estén al servicio de los criminales no habrá cambio alguno, no podremos vivir en un país de leyes…
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