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CIUDAD DE MÉXICO, 30 de septiembre de 2017.- Carolina Rojas es ingeniera civil de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Con una compañera recorre la colonia Del Mar en Tláhuac para supervisar casas agrietadas y en unos casos hundidas a causa del terremoto del 19 de septiembre de este año.
También ayuda a la población a superar sus miedos de que la zona se colapse, en especial a quienes viven en calles como Pingüino, Camarón o Sirena, donde hay grietas y hundimiento que van de acera a acera.
Explica que una de las características del terreno es que es de relleno, debajo había grietas, la gente ignoraba eso, y aunque han pasado años, la consolidación tarda y el efecto del sismo vuelve a aflorar las grietas y en los próximos años prevé desplazamientos de milímetros que al paso de los años serán centímetros, pero colapso no habrá, considera.
“Los hundimientos se manejan a cinco, 10 ó 20 años, este fenómeno si se vuelve a generar es en cinco años, probablemente se va a ir desplazando milímetros y milímetros y en cinco años vamos a notar centímetros, no es un hundimiento, en ningún momento el suelo va a colapsar.
«Además una característica muy importante de este suelo es que no son minas, ese fenómeno que esta asustando a la gente de que se va a abrir el suelo es muy común cuando tenemos minas y estas no fueron atendidas para volverse a rellenar, este no es el caso”, explica en entrevista con Quadratín.
Lo que sí recomienda es que infraestructura como la del drenaje o servicio hidráulico se realice con material flexible por el desplazamiento que viene.
“Se puede quitar lo que sobra de material, se tendría que tomar en cuenta sobre las instalaciones, las sanitarias y de agua potable, si ya tenemos fractura buscar un elemento flexible que en el momento la grieta no se rompa, si ponemos tubería rígida se va a cortar, no importa que el desplazamiento sea mínimo, se va a cortar, hay mucha tecnología en la ingeniería que me puede ayudar a crear una unión flexible en puntos que más me afectan”, detalla.
Con chaleco y un casco con el que entra a las casas de muy alto riesgo –y que dejan estremecidos a más de uno– recuerda que desde la semana pasada decidió venir a ayudar a la gente, y lamenta que el funcionario de Protección Civil, Antonio Rangel Lara, le haya exigido a ella y a otros compañeros cumplir jornadas de trabajo con todo y horario o que no fueran, cuando ellos lo que donaban era su tiempo. Asimismo, explica las razones que la motivaron a auxiliar a la población afectada por el sismo en Tláhuac.
“Oficialmente a partir del sismo acudí al llamado de solidaridad como ingeniero civil, una parte de nuestro código ético es ayudar a la comunidad civil, sin embargo no pude atender como ingeniero sino hasta el viernes que fue cuando empecé a realizar inspecciones y la ayuda de calmar a la gente es lo que más ha funcionado”, dice sin ocultar su satisfacción.
“Vine a Tláhuac porque tienen que ver mucho las situaciones políticas, en muchas delegaciones los delegados no permiten que la ayuda se brinde libremente, algo que no entiendo es que solicitan currículo vitae previo para que se les ayude, nadie tiene un currículo que diga ‘he estado en tres o cuatro sismos y tengo la capacidad de ir a resolver tu problema’, aquí hubo la libertad y la atención de la gente”, concluye.