Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Ya está el esquema para controlar al México profundo desde el centro.
A los estados, está dicho y la oposición de los gobernadores ha sido acallada, se les someterá a través de representantes plenipotenciarios de los poderes federales.
Ellos controlarán prácticamente todo.
El presupuesto federal, en especial los recursos destinados para programas federales con los cuales se congraciará a los votantes con becas, pensiones y apoyos económicos.
Nada de ese dinero pasará a través de las autoridades estatales, como ha sucedido en el pasado y ahora con apoyos tan benévolos como el Seguro Popular o de Prospera.
Esos representantes –vicegobernadores, virreyes o como se les quiera llamar en abierta competencia política y económica con los poderes locales– están listos y en lista de postulación para las próximas elecciones.
Su envío es reacción a un diagnostico inicial:
-Los gobernadores no cumplen. Sólo se dedican a robar el dinero igual que los alcaldes.
Empero, y pese a las suspicacias generadas con los mandatarios, el control no quedará en el ámbito estatal y se extenderá a las profundidades de la geografía nacional.
¿Y dónde quedarán los alcaldes?
A su triunfo, Andrés Manuel López Obrador anunció muchas designaciones.
La primera fue nombrar 32 representantes federales para cada una de las entidades federativas y unos 300 delegados especiales, número coincidente con los distritos electorales existentes.
Hoy los números no dan para tanto.
Se ha hecho un análisis de ciudades, regiones y sobre todo zonas conurbadas a las cuales se les pretende impulsar políticamente par llamarlas más adelante “polos de desarrollo”.
Un caso: La Laguna está compuesto de varios municipios de Coahuila y Durango –Torreón y Gómez Palacio son los más importantes-, pero ninguno de los gobernadores los atiende como debe.
Como él hay casi 300 –digamos unos 280– y a ellos se enviarán coordinadores para controlar todo: inversiones, planes de crecimiento y seguridad pública por encima de los presidentes municipales.
La seguridad es fundamental y el plan gira sobre el envío promedio de mil elementos –Policía Federal, Ejército, Marina– para garantizar la pacificación con reporte directo al centro del país.
Hay un problema: no se tienen los 300 mil elementos necesarios y reforzarse con agentes estatales y municipales es abrir la puerta a las delaciones, filtraciones y fracaso del esquema.
Pero no hay duda: ellos serán responsables de la atención social, política y económica de cada región porque ni gobernadores ni alcaldes son confiables a ojos del próximo gobierno federal.
Misiones delicadas a segundones
No todo está dicho en el equipo de Andrés Manuel López Obrador.
Tenemos los nombres de los titulares, lo cual es importante pero no definitivo en el esquema del futuro presidente de la república.
Los segundos en el organigrama son quizá má importantes, como muestra la posición de Alejandro Encinas como subsecretario de Gobernación debajo de Olga Sánchez Cordero.
Pero vienen otros segundos de gran trascendencia.
¿Por qué?
Porque el tabasqueño a comenzado a repartir tareas propias y ajenas a cada una de las secretarías de Estado, direcciones generales y órganos desconcentrados de los nombres difundidos.
Pronto, conforme se defina el plan de gobierno, le daremos más detalles y sobre todo dónde estarán los hombres más importantes de López Obrador.