Escenario político
· Los títulos negros del Cruz Azul
· 500 cooperativistas sin justicia
· Las matanzas priístas y Claudia
Cruz Azul va hoy por su décima corona.
Un éxito deportivo de la cooperativa, sin duda.
A esta gloria deberá seguir la construcción de un moderno estadio de futbol de Primera Division, para lo cual ya tiene los recursos necesarios y analiza tres grandes terrenos en el Valle de México.
Pero atrás hay una historia de explotación, fraudes -su ex presidente Guillermo Alvarez Cuevas sigue prófugo por operaciones irregulares con 422 millones de pesos- y abandono de los socios.
Indigno de una empresa con un capital cercano a los 100 mil millones de pesos, ventas anuales reportadas por 12 mil 500 dólares y cuatro plantas muy productivas en distintos lugares.
Centros industriales, sirva el subrayado para ilustrar más, con apoyos desde los gobiernos federal y de las entidades donde están instaladas, como las generosas facilidades dadas por el gobierno de Alejandro Murat en Oaxaca.
LOS COOPERATIVISTAS
Cruz Azul, pareciera, formó una estructura para facilitar todo lo narrado.
Tiene cuatro plantas con nombres distintos, dos como cooperativas levantadas en Jasso, Hidalgo, y Lagunas, Oaxaca, y dos sociedades anónimas en Tepezalá, Aguascalientes, y Palmar de Bravo, Puebla.
Hoy hablemos de los cooperativistas, quienes en ausencia de Guillermo Alvarez Cuevas reclaman justicia a Víctor Garcés y al nuevo directivo, Víctor Velázquez.
Ninguno atiende a quienes, más de medio millar, reclaman reparto de utilidades, salarios y prestaciones diversas no recibidos durante varios años.
Porque recursos hay, aseguran, pues está el equipo de futbol Cruz Azul, la producción y comercialización de cemento, un hotel en oaxtepec y otros negocios valuados en cinco mil millones de dólares.
Por ello, en protesta, alrdedor de 500 se organizan para bloquear los ejes de acceso al Estadio Azul -en Holbein e Insurgentes, sede del primer encuentro por la coronación- y luego realizar movilizaciones distintas.
El siguiente paso será una asamblea en el estadio Hidalgo de Pachuca y, si así lo acuerdan, se presentarán el domingo en los alrededores del Estadio Azteca para informar a todos los aficionados.
Un desesperado llamado de auxilio.
REPRESIONES PRIÍSTAS
Tiene razón la izquierda:
Las represiones no deben existir jamás y menos las habidas en México en Tlatelolco en 1968 y la de Avenida San Cosme en 1971.
Durante el debate del domingo pasado Claudia Sheinbaum se sumó al libreto de su jefe y las atribuyó a los gobiernos priístas.
Era secretario de la Defensa Nacional el general Marcelino García Barragán en 1968, cuando se dio la masacre de Tlatelolco atribuiada al Ejército.
Hoy su nieto Omar García Harfuch, hijo de Javier Garcís Paniagua, ex director Federal de Seguridad-es su principal asesor luego de liderar la policía capitalina.
Pero fue en 1971 cuando Andrés Manuel López Obrador se sumó al partido represor y luego lo presidió en Tabasco y hasta un himno le compuso.
En el requipo de Claudia también se encuentra Manuel Bartlett Díaz, secretario de Gobernación cuando Cuauhtémoc Cárdenas denunció fraude en las elecciones de 1988.
¿Por qué estos datos?
Por lo dicho por la candidata presidencial morenista y porque ella y ese partido son cercanos a personajes de esa historia oscura del siglo pasado.
No cuadra con su discurso.