Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
El riesgo es máximo.
Dejarse intimidar ante la protesta, los gritos, la pedrea y las amenazas equivaldría a legitimar a las turbas.
Estas guiarían la democracia mientras la ciudadanía pacífica, la del voto libre, sería sometida por el amago.
Ha sido la pretensión de Morena, de Félix Salgado Macedonio, de Raúl Morón, de sus aliados y su jefe máximo.
Pero no nos perdamos:
Todo esto es fruto de los muchos yerros acumulados en los cuales están involucrados los ahora partidos de oposición.
Tras las elecciones del 2006, en aras de apaciguar al perredismo y su candidato presidencial, accedieron a convertir al entonces Instituto Federal Electoral (IFE) en una piltrafa.
Ellos, con el apoyo de panistas y perredistas, fueron por la cabeza del presidente consejero Luis Carlos Ugalde.
Hoy el sucedáneo de aquel IFE, a cargo de Lorenzo Córdova, tampoco gusta al presidente y su suerte está sellada.
Falta ver, sobre todo si Morena y paleros retienen mayoría en San Lázaro, a qué incondicionales ponen en Periférico y Viaducto Tlalpan.
Enojo en Palacio
Hablamos del organismo clave para la democracia mexicana.
Su creación, concedida por Carlos Salinas a opositores –Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Luis H. Álvarez, Diego Fernández de Cevallos– zanjó la crisis democrática de 1988.
Desde entonces es ejemplo mundial.
Y tal vez la intimidación desde Palacio Nacional hubiera surtido efecto, pero se equivocaron Félix Salgado Macedonio y Raúl Morón.
Sobre todo el último.
El acoso es el sino del guerrerense, pero no del ex dirigente magisterial y por eso no gustó en las alturas del poder su apoyo al toro sin cerca.
Al momento de redactar este texto no estaba la votación final del INE, aunque se preveía el resultado: 6-5 contra las candidaturas.
Si se cumple el pronóstico, no participarán en las elecciones Salgado Macedonio, Morón y los precandidatos guerrerenses Amílcar Sandoval y Adela Román.
De lo contrario, Salgado Macedonio confirmará la enorme presión de dentro: Irma Eréndira Sandoval, Citlalli Hernández, Jesusa Rodríguez y muchas feministas más.
Ahí está su verdadero rechazo.
Reforma muerta
El Poder Legislativo debería hurgar en el basurero.
Como no lo hace, repite errores.
Lo decimos porque en 2007 el entonces senador priísta Mario López Valdez propuso un padrón de usuarios de celulares.
Se trataba, argumentó, de acabar con el uso de los móviles para realizar delitos: extorsiones, secuestros, chantajes, etcétera.
Era una tortura obtener una línea porque los solicitantes deberían presentar todos sus datos posibles de aquel tiempo.
Pero el experimento fracasó porque los delincuentes tienen cada vez más libertad para robar celulares, usarlos con libertad inclusive desde los centros penitenciarios.
Pese a aquel ridículo, ahora el Congreso ha vuelto a reformar la norma de telecomunicaciones y agrega nuevos elementos en el control de los usuarios.
Es el avance de la tecnología.
Los suscriptores estarán fichados permanentemente, grabadas sus conversaciones y con todos sus datos a disposición del gobierno y de la delincuencia.
Nada enseñan los años a nuestros legisladores.