Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Ya se supo por qué hay tranquilidad en Los Pinos.
Porque ya saben quién va a ganar.
Y ya saben quién ha prometido no llegar con la guadaña afilada, como destacamos ayer en este espacio, para no ir contra el Enrique Peña y su gabinete.
Es la mayor diferencia entre el amenazante Ricardo Anaya y el perdonante de todas las corruptelas, la violencia y hasta de los grandes delitos, Andrés Manuel López.
Esta información interna fue compartida por primera vez el martes durante una larga comida a la cual asistieron los gobernadores priístas en la residencia presidencial.
Encuentro cerrado, largo, al cual fueron convocados antes de las tres de la tarde y salieron con la llovizna de las siete de la noche con caras tristes, de preocupación para decirlo eufemísticamente.
¿Qué les fue informado?
Porque ellos llegaron con la confianza de recibir un mensaje de aliento y llamados a vigilar el buen desarrollo de las votaciones y mantener la tranquilidad en sus estados.
-Es lo normal –sostienen– En víspera de toda elección federal es costumbre una concentración para pasar revista, analizar lugares con problemas y encontrar soluciones.
Errores en el equipo de campaña
Las frases entrecomilladas son de quienes asistieron.
-¿Cómo ve el presidente el proceso electoral y sobre todo las votaciones y el resultado?
-Pues nos dijo que las tendencias son claras y que se respetará el resultado.
-¿Les dio nombres?
-No, pero la información es precisa: que no esperemos un gran margen, como indican la mayoría de las encuestas… Se espera una diferencia de ocho a diez puntos, no más.
Fueron prescindibles los nombres porque, precisaron, todos hemos estado pendiente de la evolución de los números, aunque difieran varias de ellas: unos ponen a José Antonio Meade en segundo y otros a Ricardo Anaya.
Los gobernadores priístas quedaron helados con la información recibida, distinta de las viejas arengas de inminentes triunfos tricolores.
Como el resultado parece inexorable, el presidente Enrique Peña les pidió atender preferentemente las candidaturas locales y dejar la tarea de los cargos federales.
Si las cosas no salieron, les refirió, fue porque el equipo de campaña de Meade no hizo bien las cosas ni se dejó ayudar por los cuadros de experiencia.
Estocada de muerte para Anaya
Los gobernadores priístas consultados, al menos, quedaron confundidos.
Porque en las semanas recientes veían ascender la campaña del candidato presidencial José Antonio Meade, el dirigente René Juárez Cisneros agita la estructura y es posible rescatar muchas posiciones.
Además, se le habían sumado grupos por doquier al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Y por si fuera poco, sabían de la estocada de muerte a Ricardo Anaya preparada por los propios gobernadores panistas, inconformes por su campaña, sus desafíos a Enrique Peña, sus traiciones…
Su movimiento se oficializó ayer con la conformación de la Asamblea de gobernadores de Acción Nacional (GOAN) para entenderse con el próximo presidente, seguramente no encabezado por Anaya.
Su destino es otro y no de paz.