Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Pinta para guerra.
Interna y tal vez sin esquirlas hacia el exterior porque sería el peor mensaje político, pero lucha sin cuartel.
Todos lo saben en Acción Nacional (PAN): Marko Cortés quiere reelegirse como dirigente del partido.
Pero sus cuentas están en entredicho porque, salvo el poniente de la Ciudad de México, el saldo es negativo.
Sólo o en alianza perdió Baja California Sur y San Luis Potosí, donde los pronósticos lo favorecían.
Retuvo, eso sí, Querétaro con Mauricio Kuri y Chihuahua con María Eugenia Maru Campos.
Con esas cuentas, la disidencia interna empieza a organizarse para hacerle un gran frente y evitar su continuidad.
Hasta ahora hay cuatro aspirantes serios:
Francisco Domínguez, gobernador saliente de Querétaro; Adriana Dávila, fallida aspirante a gobernadora de Tlaxcala, y el tabasqueño Gerardo Pliego.
Por ahora el pulso no da para más, pero la contienda tiene otros elementos y éstos pueden perfilar el futuro del PAN y la oposición y el desenlace en 2024.
Cero democracia
El dato es novedoso.
Ex dirigentes, cuadros tradicionales, ex gobernadores, gobernadores, alcaldes y líderes regionales cruzan juicios y proyectos.
El primer análisis es sobre el papel del PAN: aunque es el principal partido de oposición, no figura como opositor real al autoritarismo federal.
El segundo: carece de enlace con la sociedad y no es enlace ni con organizaciones civiles ni con movimientos en lucha por reclamos específicos: cáncer, desempleo, etcétera.
Otro: internamente carece de movilización para incentivar a una base dormida, opositora al régimen pero sin liderazgo.
Uno más: el patrimonialismo desde el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) expresado en el reparto de candidaturas, posiciones y marginación de opositores.
Ahí se gesta el cambio.
Hay muchos actores, desde los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón hasta dirigentes hoy alejados de Marko Cortés como Gustavo Madero y Damián Zepeda, quienes en algún momento fueron sus aliados.
Está en ciernes la búsqueda de acuerdos, pero todos ellos participan con ánimo para agitar por fin al PAN y comenzarlo a democratizar, a elegir dirigentes desde los seccionales hasta los estados y el Comité nacional.
Pero van bien, en espera de la convocatoria para la elección de presidente con el concurso de 272 mil militantes, primer reto de movilización a saldar si viene el cambio.
Despidos en Insabi
La crisis en el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) tiene muchas explicaciones.
Ayer mencionamos la incapacidad del director Juan Antonio Ferrer, quien por ahora siente el hielo de Palacio Nacional.
Pero lo más destacable es el despido, por finalización de contratos, del personal que tenía cierto conocimiento sobre el manejo de medicinas.
Mayoritariamente eran funcionarios heredados del Seguro Popular, ese programa trisexenal abortado por el actual gobierno sin encontrar sustituto.
Ellos se han ido y su lugar lo ocupan improvisados llamados por cuatismo o de plano recomendados desde el poder para operaciones claves.
Esto lo aclaramos porque varios lectores pidieron más datos sobre el desastre del Insabi presentado ayer en este espacio.
¿Datos?
Bueno, Dayane Garrido, designada Coordinadora Nacional de Recursos Materiales para dirigir compras por 100 mil millones de pesos sin conocimientos básicos.
Y qué decir de Francisco Pedrero, todavía sin funciones específicas pero con la encomienda de resolver la escasez de medicinas marca del sexenio.