Abanico
En 1990 había un rumor:
–Roberto Madrazo podría utilizar la XIV Asamblea Nacional para manipular a su favor las estructuras del PRI.
Recurrí a Luis Donaldo Colosio:
-¿Usted confía en su secretario de Organización?
-Plenamente, Pepe.
-Madrazo tiene fama de desleal al interior del partido.
-No. El tendrá su propia Asamblea. Esta es la mía.
Y sí.
Colosio la utilizó para fortalecerse como líder político y, en lo institucional, crear estructuras territoriales y de organizaciones.
Fue el candidato y medio profeta:
Madrazo tuvo no una, sino dos asambleas para sí, la de noviembre de 2001 cuando fortaleció su liderazgo, y la de marzo de 2005, cuando organizó su candidatura presidencial.
Lástima: la XVIII y la XIX no le sirvieron para ganar el poder pero sí para dividir y debilitar al PRI.
Lo mandó al tercer lugar por primera vez en la historia, hoy posición en riesgo tras mil desaciertos, manipulaciones y arribismos.
Las candidaturas son mias
Alejandro Moreno y sus incondicionales recurren a esa historia.
Alito organizó su propia Asamblea, la XXIII, para desobedecer reclamos de democratización de candidaturas de la base y descentralización de decisiones.
Contra esos dictados plasmados en las conclusiones -¿el INE de Lorenzo Córdova sancionará por vez primera la incongruencia?-, desde ahora los miembros de ese grupo se reparten las candidaturas futuras.
Alito elogió a Carolina Viggiano por su brillante presente pero le vaticinó un mejor futuro, recurso retórico para anunciar su candidatura a gobernadora de Hidalgo.
¿Quién es Carolina Viggiano?
La secretaria general del comité nacional y esposa de Rubén Moreira, a su vez coordinador de la fracción en la Cámara de Diputados.
No quedó ahí el uso patrimonialista de la triada Alejandro Moreno-Rubén Moreira-Carolina Viggiano:
El campechano anunció el sábado lo señalado aquí v arias veces: su candidatura presidencial para 2024, y en su discurso pateó a quienes lo antecedieron en el PRI.
El y los suyos no aprendieron de Madrazo, del panista Ricardo Anaya ni de Karl Marx:
–La historia ocurre dos veces: la primera como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa.