Visión financiera/Georgina Howard
Parte de la historia es secreta, pero el escándalo es público.
Hace seis años, en octubre, estuve en un largo convivio de gobernadores priístas electos en el restaurante Puerto Madero de Polanco.
Coincidieron muchos en distintos momentos.
Miguel Alonso Reyes, Carlos Lozano, Francisco Olvera, Roberto Borge…
La generación dejada por Beatriz Paredes en 2010, en pocos casos para gracia de sus estados y en la mayoría, ahora lo sabemos, para desgracia.
La tarde fue larga.
Desde las 14 horas hasta después de la medianoche.
Todos estaban festivos.
Habían acudido con sus abogados al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF, donde, ojo, hay un experto invicto, el sonorense Carlos Armando Biebrich) para ver sus casos.
La respuesta recibida les causó alegría:
-No se alterarían ninguno de los resultados en las urnas –les dijeron y ellos lo creyeron porque la presidenta María del Carmen Alanís era amiga personal de Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala.
En consecuencia, todos se sabían victoriosos.
-¿Todos? –pregunté al veracruzano Javier Duarte.
-No sé si todos. A mí lo que me importa es mi caso y está amarrado.
De las mentadas de madre a la derrota
Avanzó la tarde y llegó la noche.
Siguieron los digestivos y apareció la cena ante testigos conspicuos –Carlos Romero Deschamps, Miguel Lerma Candelaria y otros– en gran camaradería.
En las pláticas salieron los contendientes más competitivos: la panista Xóchitl Gálvez en Hidalgo, José Rosas Aispuro en Durango, Miguel Ángel Yunes en Veracruz…
Javier Duarte hizo voltear a los comensales:
-¡Que chingue a su madre!
Desde entonces, Duarte se planteó como objetivo mayor acabar con la imagen de su adversario político, pero perdió en toda la línea.
Acción tras acción, desde la corrupción de su gobierno hasta sus enfrentamientos con grupos de poder y el abandono de seguridad, le generaron rechazo de la población y aumentaron las simpatías hacia los Yunes.
Resultado: Miguel Angel Yunes hijo regresó a la alcaldía de Boca del Río, con la economía más poderosa del estado y cabeza de playa de Miguel Ángel Yunes padre para hacerse del estado.
Ya empieza a gobernar desde las finanzas y viene la venganza.
Camada de gobernadores del fracaso
1.- Un día, tras la derrota de junio, un ex dirigente priísta presumía satisfacción por la inesperada y sin precedentes debacle del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
-Ni cuando fuimos oposición habíamos perdido siete de doce gubernaturas en un domingo.
-No, pero ustedes nos dejaron a los Duarte, a los Borge, a los Herrera… A todos los que ahora nos llevaron a la derrota. Háganse responsables de esa generación del fracaso –refutó la senadora chihuahuense Lilia Merodio.
Pues sí, fue la joven generación del fracaso, como le llamó ella, y apenas empieza el juicio de esa camada impulsada por la presidencia priísta de la tlaxcalteca Beatriz Paredes Rangel.
Y 2.- el quintanarroense Carlos Joaquín definió por dónde vienen las acciones de su gobierno: por la restitución de los bienes quitados al pueblo.
El va contra su antecesor Roberto Borge, bajo cuyo mando se enajenaron predios de dominio privado y propiedad del estado a particulares entre amigos y prestanombres del ex gobernador.
Será la tónica del panismo para reposicionarse políticamente rumbo al 2018.