Visión financiera/Georgina Howard
“La planilla única…”
A sus 82 años, el PAN está herido y de gravedad… En días pasados, la Comisión Organizadora Nacional de la Elección del Comité Ejecutivo Nacional (COnecen), informó a la presidencia del PAN, que “solo se registró una planilla” para participar en la elección de Presidente e integrantes del Comité Ejecutivo Nacional.
Quienes al interior del partido se justifican afirmando que la unidad apremia, y que la planilla de Marko Cortés representa la “curita” que puede tapar la herida, se niegan a asomar sus narices afuera de las instalaciones del PAN para evitar enfrentar la cruda realidad que vive el partido; saben que la crítica, la reflexión, el debate y el señalamiento de acciones ilegales se está dando afuera y no adentro.
El intento por simular unidad y sanación, vino acompañado con la friolera de 110 mil firmas de militantes panistas a favor de la fórmula encabezada por Marko Cortés, actual presidente con licencia —quien pretende reelegirse— dejando muy atrás a Adriana Dávila y Gerardo Priego, los otros contendientes, quienes no lograron recabar la cuota mínima exigida por el reglamento.
Lo curioso del caso, y lo digo porque yo misma platiqué con muchos panistas, es que la mayoría expresa reiteradamente sentencias como las siguientes: “el PAN debe renovarse”, “el PAN perdió el rumbo”, “el PAN se alejó de sus principios”; opiniones que también se escuchan entre simpatizantes, gente de la sociedad civil organizada, círculo rojo y ciudadanos. Llama especialmente la atención, que los supuestos liderazgos del partido, no están enterados del malestar ciudadano. ¿Y qué decir de las 110 mil firmas?, sin duda un cúmulo de apoyos avasallante, pero acompañado de una larga lista de vicios de origen e ilegalidades.
Primero, recordemos que siendo Cortés presidente del PAN, el Consejo Nacional nombró a la Conecen, pero lo hizo a sabiendas de que, seis de los siete integrantes están ligados o deben sus puestos al propio Marko, situación que desde el primer momento fue denunciada por Adriana Dávila, quien advirtió que se trataba de una comisión que “desde un principio cargaba con el estatus de ser juez y parte”. En la discusión del tema al interior del Consejo Nacional, escasas voces, como la de Fernando Canales Clariond y José Luis Coindreau García, se elevaron para poner en duda la imparcialidad de la comisión, no por la trayectoria de sus integrantes, sino porque fue propuesta por el entonces presidente del PAN. El árbitro electoral no puede ser puesto por uno de los aspirantes, se argumentó.
Muchas de esas firmas fueron obtenidas antes de que Cortés anunciara que pedía licencia como presidente del PAN, como me lo confesaron panistas de Coahuila, donde desde el 28 de agosto, comenzaron a recabar firmas para el presidente en funciones; muchos días antes de que Marko anunciara su solicitud de licencia para participar en el proceso interno.
Mención especial merece la entregada de paquetes de firmas, con la misma carátula, exhibiendo orgullosos su modalidad aglutinante, corporativa; práctica que al interior del PAN es muy mal vista. Sin duda una acción que contradice a un partido formado para invitar a la reflexión de cada ciudadano, apostando a su formación individual, al despertar de conciencias alejadas de todo aquello que las moviera en burdos bloques. Mientras tanto los seguidores y aliados del “líder”, entregaban sus paquetes y los presumían en redes sociales: cinco mil 249 en Puebla, ocho mil en Aguascalientes, cinco mil 38 en Chihuahua, cuatro mil 183 en Sonora, 11 mil en CDMX. Me pregunto si esos paquetes representaron el uso del ejercicio efectivo e individual, libre, autónomo e igualitario de quien en conciencia respalda al contendiente otorgándole su firma.
Qué empolvado tienen algunos el principio de doctrina número uno del PAN, la PERSONA, dicho principio, establecido en 1939 y proyectado en 1965 —en las ya extintas Convenciones Nacionales— deja claro que “Por su dignidad, los hombres —iguales por naturaleza— no deben ser reducidos a la categoría de mero instrumento de personas, grupos o instituciones privadas o públicas, con menoscabo de su propio destino temporal y eterno.”
110 mil firmas recabadas de forma masiva pero imposible de explicar, ya que en tan solo 12 días, esta titánica labor forzosamente exigió el despliegue de miles de brigadistas que requirieron recursos y estructuras para lograr que en promedio —por día— nueve mil 167 personas firmaran a favor de quien pretende reelegirse; y no solo eso, se contaba con un robusto call center que llamaba para agradecer el otorgamiento de firmas que no habían sido otorgadas, que habían sido para otros contendientes, y que misteriosamente aparecían en las listas a favor de Marko Cortés.
¿Cuántos de los firmantes necesitan un trabajo, quieren conservar el que ya tienen, aspiran a ser “acomodados” en alguna posición dentro de los comités del PAN, los gobiernos municipales o estatales gobernados por ellos?; ¿Cuántos más firmaron después de recibir el engañoso mensaje de que no había contienda, más que el “refrendo” del propio presidente con licencia, diseminando la idea de que no había más interesados en participar, de que todo estaba felizmente organizado bajo el término “unidad”?.
Cajas y cajas de firmas, muchas de ellas obtenidas bajo los esquemas antes descritos y que dieron origen a “la planilla única”. Qué pesado golpe para la herida ya añeja. Que no se diga que no se hizo nada, que fuimos espectadores. Las denuncias de lo sucedido no solo se quedan atrapadas en estos renglones, también se hacen por los cauces legales; junto con ellos, solo quedan las acciones y voces de quienes advertimos y fijamos una postura, y el silencio de los que prefieren conservar sus posiciones porque “así es la política”, y la parsimonia de quienes se quejan, pero lo hacen quedito, no vaya a ser que el líder se entere…
Así el PAN festeja sus 82 años, más alejado que nunca de sus principios e historia.