Visión financiera/Georgina Howard
¿Somos nosotros o es el Estado el que debe decirnos cuál es nuestro índice de Bienestar? ¿Es el Estado el que debe poner un tope a nuestra educación? ¿Es natural que nuestros ingresos nos causen culpa?
La humanidad está en constante evolución, lo que hoy es moderno mañana será obsoleto, constantemente queremos ver avances en nuestras vidas: más, diferente y nuevo son los conceptos que empujan al ser humano. Hay algunas personas, sobre todo quienes ya van siendo de mayor edad, que piensan que ya tienen dominado, lo que ya lo han podido superar, creen que su edad les da el prestigio y la calidad moral para asegurar que lo que vivieron es mejor y se lamentan de que su generación y sus valores ya no volverán.
Nuestro país está viviendo el sueño de una supuesta transformación de un grupo de viejos políticos que creen que sus sueños frustrados de juventud pueden volverse realidad, sin importar que otros, en su mejor momento lo hayan intentado y fracasado. A pesar de todas las evidencias históricas de que la implementación de un régimen cercano al socialismo unido a la interpretación de los preceptos marxistas y el intento de la destrucción del capitalismo, fallaron estrepitosamente, ellos insisten que sí se puede.
Las dos potencias mundiales donde se intentó la implementación del socialismo hoy están inmersas en el capitalismo, en contraparte los países más pobres del mundo son los únicos que mantienen esa absurda política, el actual gobierno insiste en redimir esas ideologías, ni siquiera con una nueva perspectiva o una vuelta de tuerca que busque innovar las ideas, en algunos casos exitosas de varios gobiernos híbridos que han probado la socialización de manera parcial, sino necios en implementar una retrógrada, inmadura y ridícula cuarta transformación.
Entre las cosas importantes que este gobierno está tratando de adoctrinar, sobre todo a lo más jóvenes es la cultura del conformismo y la aceptación del lugar social en que nacieron, la idea del capitalismo es que en base a extraordinarios esfuerzos y mucha preparación, algunos miembros de la sociedad, los que estén dispuestos, superen retos, obstáculos e incluso personas para lograr el éxito social y financiero, tan amplio como ellos quieran. Sin embargo, el presidente Obrador considera que eso es moralmente reprobable y lo encuentra falto de escrúpulos.
En lugar de eso, el presidente y su transformación que nadie conoce, considera moralmente aceptable que se reciban ayudas a cambio de nada, no se premia el esfuerzo sino la fidelidad y si es ciega mejor, no se busca que el pueblo sea exitoso y viva mejor, sino que se conforme y agradezca. Que nadie se inconforme, que nadie exija, que nadie se pregunte si puede haber algo diferente y mucho menos si puede haber un camino atípico, divergente o incluso contradictorio.
Ahí es donde está el reclamo del presidente a un periodista que gana al año poco más de un millón de dólares ¿Por qué él sí? En lugar de que el gobierno se preguntara ¿Por qué sólo él? ¿Por qué no todos podemos aspirar a ganar sino un millón de dólares, sí de pesos? ¿Por qué tenemos que aceptar el tope de una persona que no quiere que avancemos lo que nosotros podamos y queramos? ¿Por qué no nos deja que seamos nosotros los que califiquemos la moralidad de nuestro avance? Ese poder, no se lo otorgamos, ni tampoco nadie, nos lo ha quitado.