Imperativo, estudio y reflexión sobre IA en la justicia: Guerra Álvarez
CIUDAD DE MÉXICO, 31 de agosto de 2017.- Apenas tiene 20 años pero ya es considerada como una de las personas más influyentes del mundo. Malala Yousafzai, la voz de la niña que el talibán trató de silenciar se amplificó hasta llegar a lugares inimaginables y México no fue la excepción.
Luego de un largo viaje proveniente de Londres, Inglaterra, el desvío de su vuelo al aeropuerto internacional de Cancún por cuestiones climatológicas, la líder social paquistaní y vocera por la educación mundial en los niñas, niños y jóvenes llegó a su encuentro con estudiantes del Tecnológico de Monterrey, campus Santa Fe.
“When the whole world is silent, even one voice becomes powerful” (cuando el mundo entero está en silencio, incluso una voz se vuelve poderosa), expresó en inglés Alfonso Pompa Padilla, vicepresidente de los campus del Tec de Monterrey, al citar la famosa frase de la activista que ha dado vuelta al mundo.
El directivo se refirió a la joven como una líder con sentido humano y social, con principios y deseos de trascender.
Hizo su aparición tras un breve video biográfico ante más de dos mil 800 estudiantes, académicos e invitados especiales. Los interminables aplausos se dejaron venir entre al comunidad del Tec de Monterrey.
Su padre la nombró Malala en honor fue heroína de Afganistán que apoyó en la batalla entre las fuerzas británicas y afganas. Esa joven heroina alzó su voz y citó: “si no morimos en este campo de batalla, moriremos como esclavos por el resto de nuestra vida”
“Su voz fue tan poderosa que le dio un gran entusiasmo a los soldados. Esa voz de una mujer cambió el destino de muchos, por eso mi papá me nombró Malala”, dijo.
Una dupatha amarillo —el velo islámico en Pakistán— contrastaba con su negra cabellera. Luego explicó, Malala también significa afligida por dolor, pero “no soy triste para nada.”
Ante la comunidad del Tec de Monterrey, compartió la experiencia de su comunidad y enseguida empezó su campaña mundial por la educación.
“He visto que a las niñas no se les da las mismas oportunidades que a los niños. Desde el principiom, por ejemplo, mi padre tiene cuatro hermanas y no se les dio la educación como a los hombres.”
“Muchas de las niñas no podían ir a la escuela. Cuando yo nací él decidió que iba a educar a sus hijas con las mismas oportunidades de educación. Las niñas sí iban a los colegios”, expuso.
Las cosas empezaron a cambiar con los extremistas. En 2007, cuando Malana tenía 10 años, los talibanes entraron a la región y prohibieron a las mujeres salir de sus hogares, tener educación y cortaron la libertad.
“Todos estábamos en contra de ellos, según lo hacían en nombre del Islam, pero no es así, porque la religión nuestra no está en favor de esto”, aseguró.
“Quiero hablar por los derechos de las niñas y las mujeres y desde el principio comenzamos a estar en contra de esta discriminación”, alzó en pro de los derechos por los que casi le han costado la vida.
La voz de la niña que el talibán trató de silenciar llegó por primera vez a territorio mexicano. Hoy Malala es un líder con sentido humano que ve a la educación como el eje de la transformación del mundo.
“Me levanté la mañana del 15 de enero de 2009 y fue un momento muy difícil porque no podía ir a la escuela. Pensé que era el final de todos mis sueños y lo que había pensado en convertirme en un doctor y seguir adelante”, compartió.
La joven casi vio el final cuando pensó que no podía continuar con su educación, “fue todo un reto pensar que ya no había futuro.”
Como las demás niñas de su país, llegó a pensar que la iban a casar a los 14 o 15 años, se convertiría en madre, tendría nietos, y no iba a tener la oportunidad de realizarse como ser humano, sólo en los roles que le marcaba la sociedad.
Por ello, hoy Malana sigue llevando un mensaje mundial en favor del empoderamiento de las mujeres: convertirse en madre, luego en abuela, debe ser una decisión libre, no debe ser un rol impuesto por la sociedad o por los hombres en el nombre de una religión.”