Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
Impulsados por la emoción
Comprar una prenda de vestir, un coche, una casa e incluso ejercer el voto hacia un candidato en un proceso electoral, no es una decisión que parte necesariamente de una conducta racional sino emocional y biológica de la persona. Así, lo reflejaron algunos operadores bursátiles de Londres, quienes ganan importantes cantidades de dinero, y tienen una característica muy particular: el dedo anular es más largo que el índice.
Esa particularidad se debe a las descargas de testosterona en los embriones antes del nacimiento, dotándoles de la cualidad de ser más intrépidos y osados en sus decisiones; procesan y analizan más rápido la información. Lo importante es que, aunque no se conoce bien el grado de injerencia de la hormona en la inteligencia, es evidente que quienes tienen una proporción más masculina están más dispuestos a correr riesgos, refirió Aldo Rustichini, neuroeconomista de la Universidad de Cambridge, a un programa de televisión española.
Investigaciones como esta y otras realizadas como las de Richard Thaler, Premio Nobel de Economía, son interesantes en el análisis de las actitudes de las personas dando oportunidad al surgimiento de las ciencias de la conducta. Datos que ahora son empleadas por estrategas, en la elaboración de mensajes cuyo objetivo es impulsar a las personas a elegir productos, servicios o generar hábitos.
Para los investigadores, las ciencias de la conducta deben ser utilizada para facilitar al ciudadano un entorno favorable en su desarrollo económico, social, en el medio ambiente y salud. Esto es un reto y desafío para quienes desarrollan políticas públicas o negocios, ya que como destaca Rory Sutherland, doctor honorario de la Universidad Brunel de Londres, el factor confianza es un indicador que se debe considerar para la implementación de mensajes que pretenden la toma de decisiones.
Emiliano Díaz del Valle, consejero del Instituto Mexicano de la Economía del Comportamiento, es más directo al destacar que si se emplean mensajes con fines negativos, la persona terminará asimilando el engaño.
Por ello, debería ser un tema prioritario en las agendas de quienes diseñan políticas públicas y quienes se desempeñan en el sector privado, destaca el especialista.
El instituto referido trabaja en la educación financiera, particularmente con microfinancieras. Se pretenden dos objetivos: el primero motivar a las personas a que ahorren; el segundo conocer el contexto y los factores que inciden en que las personas no ahorren.
Los datos registrados es que las “personas no tienen una cuenta mental del ahorro; no tienen en su mente la estimación de que el 20 % de los ingresos debe ser destinado al ahorro; en el momento en que lo tienen presente, lo destinan”, comenta el también master en Economía del Comportamiento y Economía Experimental por la Universidad de Nottingham.
Me pregunto amigo lector, si esta actitud de no mentalizar los porcentajes tiene que ver con esa forma peculiar que tenían los maestros de educación primaria, de enseñar las matemáticas repitiendo mecánicamente los números y casi a “regañadientes”. Al parecer algo hay de eso, por la ligera sonrisa de Emiliano Díaz al referirlo.
Barack Obama, en su calidad de presidente, firmó una orden ejecutiva para que las dependencias del gobierno de Estados Unidos, utilizaran las ciencias del comportamiento para bienestar de los ciudadanos. David Cameron, hizo lo propio cuando ganó la elección en el 2010 como primer ministro en el Reino Unido.
Incluso se utilizan para impulsar al electorado en la decisión del voto, abunda Emiliano Díaz pero reafirma que la conducta de la persona es impredecible porque puede llegar a decir que sí, por compromiso, pero su actuar es diferente porque el factor confianza es poderoso.
¡En fin! Los seres humanos somos una “gran caja de pandora”. Nos leemos la próxima…con este buen tema.
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