Escenario político
Sevicia y voracidad, factor común para el 2018
Mientras el país se hunde en un mar de violencia, nuestros políticos nos siguen dando muestras de su sevicia y voracidad.
Sinaloa, Quintana Roo, Campeche, Michoacán y Veracruz, han sido escenario de cruentas balaceras, que dejan al descubierto la incapacidad de gobernar de todos ellos.
En Sinaloa, Chihuahua y Michoacán, reporteros han sido acribillados y los gobiernos del PRI, PAN y PRD continúan paralizados, sin saber cómo actuar y sin dar respuestas a la sociedad.
El periodismo en México se ha convertido en una profesión de alto riesgo, ya no sólo por las amenazas del crimen organizado, sin por la intolerancia y prepotencia de políticos que no aceptan la crítica ni el cuestionamiento a sus “proyectos” sexenales.
Oportunismo, es la palabra que los hermana a todos ellos. Buscan el poder para el reparto de canonjías, pero no de responsabilidades.
En el Congreso sigue congelada la Ley de Seguridad Interior, en medio de cálculos políticos de quienes dicen que se pretende “militarizar” al país, mientras las bandas criminales extienden sus tentáculos sin freno alguno.
Este es, a grandes rasgos, el panorama que se presenta para el 2018, con candidatos que no ofrecen nada nuevo, porque los hechos los rebasan a todos.
Divididos, enfrentados por el nerviosismo que ahoga a los políticos en cada término de sexenio, PRI, PAN y PRD barajan nombres y posibilidades mientras MORENA navega de muertito, montado en los cadáveres que ha dejado en el país este desgobierno.
Por el lado del PRI, desde Los Pinos quieren revivir la figura de un Aurelio Nuño que desde el principio vendió mal la llamada “Reforma Educativa” cuando apenas se encontraba en fase de reforma administrativa.
Sea como sea, Peña Nieto lo quiere potenciar como uno de los “presidenciables” y ahora lo trae placeándose por los medios, para insistir en una reforma que este gobierno ya no verá.
Es, junto con Miguel Osorio Chong, el candidato potencial de un partido que cada día ve menos posibilidades de repetir en la Presidencia de la República.
El secretario de Gobernación aparece ahora como el gran culpable de la inseguridad que vive México, porque ni siquiera han tenido la capacidad de comunicar a la sociedad dónde empieza y dónde termina la responsabilidad de cada quien en los asesinatos que se registran por todo el país.
Por la tangente y como plan “B”, se perfila el nombre del Secretario de Hacienda, José Antonio Meade, un aspirante que incluso le gustarían tener al PAN como candidato “ciudadano”, en lugar de los sátrapas que ahora descarnan a ese partido.
Para el PRI el problema es todavía más complejo, pues por debajo de las aguas, el poderoso grupo de Manlio Fabio Beltrones empieza a preparar el terreno de una fuga masiva, en caso de que el PRI de Enrique Ochoa Reza les quiera imponer una candidatura.
La salida de este grupo se da, curiosamente, por la vía de esa coalición que plantean PAN y PRD, abierta a todos los ciudadanos, e incluso a todos los partidos, exceptuando al PRI, por decisión de sus Consejos, y MORENA, por la sacrosanta decisión de López Obrador.
El poder beltronista se extiende ahora hasta el aliado tradicional del PRI, el Partido Verde, que ya la semana pasada amenazó con desligarse del tricolor el próximo año, para entrar precisamente en el juego de la coalición con el PAN y PRD.
En voz del mismísimo Presidente del Senado y yerno de Manlio Fabio, Pablo Escudero Morales, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) anunció que podría integrarse al Frente Amplio Democrático bajo la premisa de que a la luz de lo que sucede en México, ningún partido, sólo, podrá gobernar al país.
“No creo que nadie pueda ganar solo y creo que el que gane, con alguna alianza, más no coalición, lo hará con cerca de un margen del 28 o el 29 por ciento. Y con eso lo que se puede es ganar, pero no se puede gobernar”, sentenció Escudero.
Por el lado del PRD, por el momento no se ve mejor candidato que Miguel Ángel Mancera que, pese a decirse “externo”, es el gallo que los del Sol Azteca quieren impulsar en su alianza con el PAN, aunque sus resultados de gobierno sean tan malitos.
El otro aspirante es Silvano Aureoles Conejo, quien tiene aspiraciones presidenciales en medio del terror en el que deja a su propio estado.
El mandatario anda muy movido, promoviendo sus aspiraciones en radio y televisión, mientras en Michoacán quieren algo más que “chismes” sobre el asesinato de Salvador Adame.
Andan tan “nerviositos” en el gobierno michoacano, que no tuvieron empacho al filtrar información sobre el hallazgo de los restos calcinados en el lugar conocido como “Barranca del Diablo”.
Esto, sin haber tenido antes la gentileza de notificar primero a la familia de Adame Pardo, cuya esposa, Frida Urtiz Martínez, todavía se encuentra convaleciente tras un infarto sufrido hace una semana.
Por el lado del PAN, destaca la torpeza y la desesperación de uno de sus aspirantes, Margarita Zavala quien, insistimos, de lograr ese cometido, se convertirá en la Josefina del 2018.
Se ha visto torpe, ambiciosa y mal asesorada, al tiempo que el dirigente de su partido, Ricardo Anaya, le dio una clase de política, asesorado por Santiago Creel Miranda, entre otros ilustres panistas.
No sólo le dio la vuelta, sino que la dejó hablando sola, ahora enfrentada con otros candidatos más del PAN: Carlos Romero Hicks, Ernesto Ruffo, y el ex secretario de Hacienda, Luis Ernesto Derbéz.
En ese soliloquio, Margarita dice que ha iniciado la cuenta regresiva para “sacar al PRI del gobierno y decir ¡no! al populismo y la corrupción”. Sí, quizá, pero también para mandar al basurero de la historia a su señor esposo, Felipe Calderón y quizá, de pasada, a Vicente Fox.
Se necesita ser cara dura para afirmar que acabarán con la corrupción, cuando ellos tuvieron a uno de los gobernadores más corruptos, Guillermo Padrés, al que enjuiciaron hasta fin del mandato, y eso por exigencias políticas, porque antes, fueron ciegos y sordos.
Esos son los candidatos y los partidos. Pobre México, es peor en la política que en el futbol. Por lo menos estos últimos tienen dignidad y dejan el resto en la cancha.