
De frente y de perfil
México lindo y corrupto, si muero lejos de ti
Metmann, Alemania. 13 de agosto.- La vida pasa lenta y pareciera que el tiempo se detiene. Sin embargo, la diferencia horaria no es el único factor.
El hecho es que, por estos lares, la vida es mejor, más quieta y estable; en México es brutal, frenética, inconsistente. Las cosas pasan con tal velocidad que de pronto aparentan un estado de quietud.
En México pasa todo y no pasa nada. Nos hemos galvanizado, estamos predispuestos a vivir lo mismo una y otra vez, con jornadas de trabajo que embrutecen y no nos llevan a ningún lado. Fundamentalmente no nos llevan al bienestar.
Desorden, ausencia en el ejercicio de las leyes, inequidad, falta de respeto a los derechos de los otros. Ese es el México que se percibe, en perspectiva, visto a lo lejos. Un largo viaje por el transporte público o en el auto, atrapado, resignado, sin alternativas.
Vivimos en estado de vigilia, cuidándonos ya no sólo por la inseguridad que rodea a nuestra sociedad, cualquiera que sea el estado de la República que se visite, sino de la inestabilidad en el trabajo, del abuso de los jefes, de las decisiones de nuestros políticos.
Sé que la reacción de muchos mexicanos sería: “¿Sí? ¿Te parece mejor? ¡Pues entonces quédate por allá! ¡Entre menos burros, más olotes!” Pero la intención no es denigrar ni denostar, simplemente encontrar las causas, tratar de entender.
¿Cómo un país que hace menos de un siglo sufrió la devastación hoy alcanza estos niveles de vida y de bienestar para su pueblo? La respuesta es tan sencilla y tan difícil no sólo de entender, sino de aplicar.
Aquí, el Estado está diseñado para proteger a sus ciudadanos. Primero son los alemanes, luego los extranjeros. Los horarios de trabajo son rigurosos, específicos. Seis horas diarias, con tiempo de comida y tiempo de descanso.
Las empresas pueden meterse en graves líos si sus empleados no avisan, por escrito, que han tenido que laborar más de las 6 horas legales. El tiempo extra laborado se tiene que reponer al día siguiente.
Y no es que se cultive el ocio o el abuso gremial, no. Acá la vida también tiene un alto costo e implica orden y disciplina. El cobro de impuestos es alto y riguroso. Los servicios cuestan… y muy caro, y la disciplina es a rajatabla.
Aquí, por lo menos en Metmann, nada de escándalos después de las 10 de la noche. Nada de ruidos excesivos que afecten al vecino, menos en domingo; y si usted tiene perro, más le vale que se haga responsable. Le puede salir caro un daño causado por éste.
La recolección de basura tiene su día del mes por tipo de desecho; la recolección de PET o plástico es reembolsable por vales de consumo en algunos supermercados.
Los extranjeros que desean trabajar son bienvenidos, sí… siempre y cuando tengan una especialización académica, sean químicos, biólogos, farmacobiólogos, ingenieros y, en suma, estén altamente calificados.
En términos estadísticos, en Alemania y en gran parte de la Unión Europea, las tasas de empleo son muy altas, incluso para las personas de la llamada “tercera edad” –para respetar ese afán hipócrita de no llamar a las cosas por su nombre-.
En 2014, la tasa de empleo en la EU-28 para las personas de entre 15 y 64 años de edad, medida por la encuesta de población activa de la UE (EPA-UE), fue del 64,9 %. Desde el 2000 esta cifra ha oscilado entre el 64.1% y el 64.2%, pero sea como sea, ha sido un amplio margen de estabilidad.
Entre los Estados miembros de la UE, las tasas de empleo en 2014 alcanzaron porcentajes del orden del 71 % al 74 % en Austria, el Reino Unido, Dinamarca, los Paises Bajos y Alemania, llegando a un máximo del 74,9 % en Suecia.
Al otro extremo del espectro, las tasas de empleo se situaban por debajo del 60 % en cuatro Estados miembros de la EU-28; el porcentaje más bajo se registró en Grecia (49,4 %)
Alemania vive una especie de estado de gracia y desde lejos México parece un pueblo viejo, carcomido por su voracidad y sus ambiciones, imbuida por los apetitos de consumo y enriquecimiento que nos han dejado las costumbres estadounidenses.
Bajo esta descripción, pareciera hasta bizarro decir que en nuestro país algunos grupos del crimen organizado no alcanzan la categoría de cárteles, simplemente porque no exportan sus males pero tienen una extensión territorial del tamaño de Bolivia, Cuba o Uruguay.
Ese es el tamaño, por ejemplo, del ahora famoso cártel de Tláhuac, que controla desde ahí no sólo el narcomenudeo, sino la extorsión, el secuestro, los homicidios en Milpa Alta, Xochimilco e Iztapalapa, con la aquiescencia de las autoridades.
Y si usted cree que el cambio de partido sería suficiente, pues se equivoca supinamente. Ahí gobierna el partido más joven, el más nuevo, el más moral e impoluto: MORENA, con un delegado que fue testigo de un asesinato tumultuario a dos agentes federales.
Pero no es el partido, es la escuela. Esa práctica territorial de la delincuencia la acuñó el PRI desde hace más de 40 años, mucho después que en Europa, Alemania hubiera sido pulverizada por “los Aliados”.
Desde los 60 el PRI pactó con los capos de la mafia, les asignó territorios y les permitió operar para vender a los Estados Unidos toda la droga que ellos necesitaban para dopar a sus soldados en la guerra de Vietnam.
En el 2000 el PRI entregó el poder, pero no la libreta de direcciones y teléfonos. Por eso se desordenó el mapa y los capos se sintieron libres de operar en cualquier territorio nacional y exportar al mejor postor. Así el “Chapo” empezó su ambiciosa carrera.
En teoría, el PRI de Peña Nieto regresó para someter al orden a todos esos cárteles que se soliviantaron, pero el problema es que ahora estos se sienten más fuertes que el Estado y por eso la “inteligencia” del vecino país tiene que intervenir con filtraciones.
Ahora resulta que hasta el futbol mexicano está impregnado por las malas mañas y el lavado de dinero producto del narcotráfico.
De acuerdo con un estudio de Financial Action Task Force sobre cómo las organizaciones criminales relacionadas con el futbol, en México existen al menos 168 instituciones involucradas con equipos, a través de las cuales se lava dinero del narcotráfico.
Otra investigación, realizada por Cámara Húngara, revela que al menos el 53.8 por ciento de los clubes del futbol mexicano, entre la Liga MX, Ascenso MX, Premier y Tercera División tienen su sede en zonas donde operan los principales cárteles de la droga.
Chihuahua, Sonora, Durango, Coahuila, Baja California, Sinaloa, Morelos, Guerrero, Aguascalientes, Tamaulipas, Quintana Roo, Michoacán, Jalisco, Estado de México, Colima, Guanajuato, Nayarit y Veracruz.
Estos datos trascienden justo en el momento en que Estados Unidos tiene en su poder a dos de los narcotraficantes más poderosos que operaron en México mientras que otro permanece detenido en Italia y otro más en Panamá.
Estos dos, fueron gobernadores: Tomás Yarrington, en Tamaulipas y Roberto Borge, en Quintana Roo. Sí, la extrapolación de datos es simple, porque así de fácil se ha extendido el mal a todo el país.
Es por eso que los mexicanos no pueden esperar mucho de sus elecciones presidenciales del próximo año, porque sus políticos y partidos son los mismos. Ellos se perdonan, se encubren.
Mientras no nos sometamos al imperio de la ley, las cosas seguirán mal. No cambia en nada, la perspectiva de que el PRI se abra a las candidaturas externas, o que pongan fin al malabarismo o chapulineo de una cámara a otra.
Tiene razón Andrés Manuel López Obrador cuando dice que para el 2018 habrán dos candidatos que le disputarán la silla: uno del PRI y otro del PAN con el Frente Amplio Democrático -dígase PRD y otros-
Ve a José Antonio Meade, Aurelio Nuño o Luis Videgaray como los temibles en una alianza de amplio espectro en caso de que, conforme avance el tiempo, no lo puedan bajar de las encuestas.
Con la sola estructura de PRI-PAN-PRD sería suficiente para derrotar a MORENA, incluso en estados como Veracruz y Estado de México, el banco de votos que los partidos tanto codician. Pero hay un amplio voto joven que no está resuelto.
En fin pero, y si gana López Obrador ¿qué? ¿Eso cambiará el estado de cosas en el país? ¡Claro que no! Menos aun cuando vemos que las componendas y los arreglos también se dan en las filas de los MORENAS.
Lo de Tláhuac no es una casualidad ni un fenómeno reciente, como tampoco lo es Iguala, donde el crimen organizado hundió sus raíces con la venia de López Obrador y del PRD, cuando todavía se querían. De hecho, ellos gobernaban cuando desaparecieron 43.
Es un sistema político corrompido y si no acendramos el nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio, una Fiscalía Anticorrupción y apuramos la Ley de Seguridad Interior, de nada nos servirá la parafernalia de las elecciones el próximo año.