Mujeres mexicanas memorables (6)
Del terror al terrorismo y la nostalgia del SER
METTMANN, Alemania. 28 de agosto de 2017.- Es un pequeño distrito rural, en la conífera al Oeste de Alemania. Un lugar cálido, aunque por las mañanas lo envuelve una pertinaz lluvia que baña los enormes pastizales y terrenos de flores y hortalizas.
Los techos de dos aguas dominan el panorama del caserío y sus pobladores viven la rutina diaria de salir temprano a la campiña o tomar la carretera rumbo a Dusseldorf o Leverkusen, para regresar a las 5 o 6 de la tarde.
No es fácil comparar Mettmann con alguna colonia de la ciudad de México, porque aquí sus barriadas semejan las lujosas zonas residenciales de Coyoacán o Huixquilucan, pero sus habitantes no tienen ese aire pretensioso ni burgués.
Tienen todas las comodidades y un nivel de vida alto. La modernidad y el orden imperan en todas sus calles. Tranquilamente esperan el transporte público, que cronométricamente pasa por Ruhrstrabe, Champagne y otras barriadas, hasta llegar a Neanderthal.
El distrito sólo es famoso por eso, porque aquí encontraron restos del famoso hombre milenario, pero no es suficiente para generar turismo de altura. Por tanto, la mayoría son locales y cualquier extranjero se nota a leguas, pero eso no altera sus vidas tranquilas.
Hasta aquí llegó a vivir mi hijo mayor. No sólo por la paga, sino por las perspectivas y el entorno. Las pequeñas manos de mis dos nietos atenazan mi dedo, mientras caminamos por los prados para llegar a los pequeños jardines de juego.
A casi 10 mil kilómetros de distancia de México invade la nostalgia y la tristeza. No sólo porque este viaje está a punto de terminar y habrá que trabajar el doble para regresar el año próximo, sino por los contrastes de vida entre un país y otro.
Aquí piensan que sólo Berlín o Frankfurt podrían semejar en algo los niveles de descomposición e inseguridad que viven muchas ciudades de México. Pero, entre el terror y el terrorismo, median muchas fosas clandestinas y miles de bolsas negras con retazos de cuerpos humanos.
Aquí, la semana pasada, fue todo un acontecimiento el ataque brutal de un sujeto que mató a cuchilladas a otro en la ciudad de Wuppertal y se creyó que fue un ataque terrorista. En Guerrero, México, encontraron restos de tres personas desmembradas. Pero nadie se enteró.
Esa fue una de las razones que facilitaron la toma de esta dolorosa decisión. El futuro de los niños en México es altamente incierto, inestable, inasible. En Alemania será complicado, pero con más expectativas.
El año pasado, un mes antes de que salieran definitivamente del país, un tío de mi nuera fue secuestrado en Ciudad Altamirano, Guerrero. No se sabe si fue La Familia Michoacana o Los Rojos, porque desde hace tiempo ambos grupos se disputan el control.
Yo mismo, desde hace años, tomé la decisión de alejar a mis hijos de todo lo relacionado con el periodismo, pensando en que es una profesión peligrosa, difícil y sólo para estómagos muy resistentes pero, aun así, no fue suficiente.
Hoy, uno de mis hijos vive a miles de kilómetros y por lo menos un año de posibilidad de volver a verlo. El otro, paradójicamente, se fue a arrimar al fuego, a uno de los estados más violentos e inseguros del país.
En medio de la tristeza, al menos pienso que mis nietos vivirán esa infancia que yo traté de dar a mis hijos, tibia, sin sobresaltos; blindados de la brutalidad, de la corrupción. Pienso ahora en ver a mi otro hijo, tratando de sacudir el ánimo pesimista.
Es difícil regresar y ver que las cosas no han cambiado y que no cambiarán en mucho tiempo. El año electoral que se avecina, lejos de abrirnos esperanzas, sólo agita temores de más inestabilidad e inseguridad.
Cómo creer que cambiarán las cosas, si al abrir el WhatsApp, en plena madrugada, me encuentro en uno de los chats con la noticia de que en la Colonia Progreso, de Chilpancingo, Guerrero, encontraron esos restos tres personas desmembradas.
Resulta que, en lo que va del año, en esta colonia ubicada atrás del panteón central y cercana a la 35 zona militar, han sido dejados 15 cuerpos de seres humanos, para quienes sus captores no tuvieron compasión ni un rasgo de humanidad.
Ahora se también, que “habitantes de la comunidad de Pueblo Viejo, del Municipio de Heliodoro Castillo (Tlacotepec), Guerrero, reportaron un enfrentamiento de grupos armados. Asimismo refieren que desde hace tres días se han dado detonaciones de arma de fuego, al igual que en el poblado de Chichihualco se han escuchado en los días recientes balazos”.
“El informe más reciente, sin confirmación oficial, sobre la situación que priva en la Comunidad de Pueblo Viejo, es que personas al mando de Juan Castillo, alias “El Teniente”, están quemando casas y que podría haber fallecidos a causa del enfrentamiento”.
Esta desgracia cotidiana ocurre en las montañas de México, mientras nuestros políticos se reparten el dinero, los cargos y el poder, bajo el cuento de que ahora sí, viene la honestidad valiente… Sí, y la imposición de decisiones arbitrarias. Pero la realidad cotidiana, no la ven.