Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Año electoral en un ambiente enrarecido
El año electoral 2018 ha iniciado oficialmente y desde su arranque se columbra un ambiente enrarecido, signo palpable de una profunda descomposición política y social. Sobran evidencias de la confrontación fratricida, del rompimiento entre aquellos que alguna vez comulgaron un mismo credo o ideología.
Así vemos como la impoluta MORENA hoy vive su primera gran diáspora, encabezada por un Ricardo Monreal para quien los apetitos personales son el motor de su accionar, lo que le granjeó el encono del perdonador de todos los pecados, Andrés Manuel López Obrador, que ve a todo aquel que aspira a un cargo público, como un vulgar ambicioso. Todos, excepto él.
En el espectro nacional, vemos también como se descompone aún más el panorama del Presidente de la República, cuyo gabinete, a la luz de los últimos datos públicos, parece más una sucursal del crimen organizado, que una parte fundamental de los tres Poderes encargada de promover el bienestar y la justicia.
En la Sedatu, Rosario Robles está bajo sospecha por la distribución de contratos de obras y servicios otorgados a empresas fantasma a través de universidades. En Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza carga el peso de la culpa por permitir la construcción de una carretera federal sin los cálculos ni proyecciones adecuadas.
En Sedesol, ahora nos enteramos que una de las hermanas de Luis Enrique Miranda Nava es propietaria de una gasolinera que se enriquecía a través de la venta de combustible robado y en Pemex, el caso Odebrecht alcanza a los funcionario actuales e incluso al sexenio anterior, de Felipe Calderón, en un escándalo de tintes internacionales.
Y en realidad, la verdad es que todo esto es lamentable y paradójico para Enrique Peña Nieto, pues en los últimos días ha desplegado una actitud ejemplar, convirtiéndose en el auténtico líder que hubieran esperado los mexicanos por ejemplo durante los terremotos de 1985. La estrategia de atención a los damnificados en Chiapas y Oaxaca ha permitido al menos estar bien informados.
Se tiene el pulso de todo cuanto ocurrió; se sabe perfectamente todo lo que hace falta para apoyar a las víctimas. Realmente se la ha visto como un mandatario preocupado por la situación de las víctimas de esas desgracias. La pregunta aquí es: ¿Por qué no hace lo mismo con todas las demás víctimas de su parvada de funcionarios mediocres y fracasados?
Por qué los mantiene en el gabinete, es algo que no se entiende: o es mucha la tolerancia o mucha la complicidad.
El hecho es que, en lo político, los partidos se están fracturando; en lo social, el hombre se ha convertido en el peor enemigo el hombre. El común denominador de esta vorágine en todos los frentes es la AMBICIÓN. Unos aspiran al poder y la opulencia; otros, solamente al poder. En esta lucha no hay reglas, ni parámetros mínimos de ética o pundonor.
Mientras, el México de abajo, se decanta en una violencia que ni en la época de la Revolución se había visto, con ejecuciones brutales y ataques de comandos que irrumpen en restaurantes y centros comerciales para segar la vida de todo el que se cruce a su paso, mientras los partidos políticos, que postularon gobernantes, solamente saben señalar al gobierno federal.
El índice de criminalidad excede ya los parámetro normales; la incapacidad de los tres niveles de gobierno para enfrentarlo es evidente. Se necesita una fuerza equiparable a la de los cárteles. Pero, por razones no aclaradas verdaderamente, los partidos mantienen detenida una Ley en el Congreso que le podrían dar a la Marina y al Ejército una participación más regulada y eficaz.
Pero en el Congreso ya vimos como los partidos son capaces de secuestrar instituciones en aras de sus apetitos y voluntades. El sainete del “Fiscal Carnal”, sólo sirvió al PAN, PRD y MC como catapulta publicitaria para colocarlos en primer lugar de las encuestas, pero ellos bien saben que en cuanto postulen candidato, esos números se les vendrán abajo.
La confrontación llegó también a las esferas del PRI, donde Emilio Gamboa ya tomó como afición personal, levantar encuestas para sondear posibles aspirantes a la Presidencia de la República, sólo para calentar más el ambiente y distraer la atención de lo que verdaderamente le interesa a él y a su grupo, que es el consolidarse como fiel de la balanza para el 2018.
Tan es así la disputa, que el nuevo Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Jorge Carlos Ramírez Marín, advirtió que ningún dirigente, ni partido político, puede utilizar los órganos de esa Cámara como plataforma para hacer política a favor de sus partidos. La afirmación incluye al PRI.
“Ni la Mesa Directiva que encabeza el PRI puede llamar al presidente del PRI para que haga declaraciones desde la Mesa Directiva, y (…) tampoco la Junta de Coordinación Política puede usar la Junta como plataforma; los acuerdos de la Junta, está establecido en el Reglamento y en la ley, se toman por consenso”, sentenció tajante.
Luego de dos semanas de jaloneo y tensión entre el PRI y los partidos que conforman el llamado Frente Democrático, Ramírez Marín puntualizó tajante que las posiciones en San Lázaro deberán estar “al servicio de los diputados, no de nuestros partidos, no de nuestras fracciones”, aclaró en una declaración que también pareció reproche para su partido.
Por eso Ramírez Marín hizo un llamado a los partidos políticos a “dejar de lado diferencias y delinear la agenda legislativa que le urge al país”. Aseguró que este miércoles 20 de septiembre, la Mesa Directiva y la Junta de Coordinación Política establecerán acuerdos para determinar los temas que se discutirán en el actual periodo ordinario de sesiones.
A ver si es cierto. Los estaremos observando.