Obispos de México: Un nuevo horizonte/Felipe de J. Monroy*
Cobró relevancia estos días el feminicidio de Ariadna Fernanda López, quien fuera encontrada en Morelos y que en primera instancia la Fiscalía de aquella entidad había dicho que su muerte se debía a una grave intoxicación alcohólica y a una consecuente broncoaspiración, tesis que desecharon autoridades de la Ciudad de México.
Por otro lado, en Guanajuato, asesinaron a otra madre buscadora, ella era María Carmela Vázquez quien estaba tras pistas de su hijo Osmar Zúñiga Vázquez, quien había desaparecido el 14 de junio pasado. Dos sicarios a bordo de una motocicleta la mataron afuera de su domicilio. Con ella, es la tercera persona buscadora asesinada en los últimos dos años.
A finales de octubre, en el Estado de México, un lugar que se ha vuelto un referente para hablar de feminicidios, en un solo fin de semana fueron asesinadas cinco mujeres, entre ellas, una menor de edad. Fueron casos que, si bien no se hicieron mediáticos, deberían ser resueltos con total prontitud.
Ellas fueron víctimas de un país que es incapaz de proteger a las mujeres, el propio Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública señaló que 2 mil 847 mujeres fueron asesinadas entre enero y septiembre de este año, y desafortunadamente esta cifra, va creciendo.
El promedio diario de mujeres asesinadas en el país se mantiene en 10. Es decir que 10 mujeres que saldrán de su hogar a trabajar, por trabajo, que son luchadoras sociales, o que irán a divertirse, no regresarán, y se convertirán en parte de una estadística que nos debe llevar a la reflexión.
Esta plaga está regada en todo el país, los homicidios dolosos en contra de mujeres, está encabezada por Guanajuato con 300; Baja California con 214; Michoacán con 214; Estado de México con 197; Chihuahua, con 151; Jalisco con 130; Oaxaca con 101; Zacatecas con 93; Puebla con 87 y Guerrero con 86, pero no hay ningún estado que se salve de aportar a estas terribles cifras.
El pasado 4 de noviembre conmemoramos la masacre ocurrida hace tres años en contra de mi familia. Asistimos como comunidad al panteón de la Colonia LeBarón, donde está sepultada Rhonita y sus hijos acribillados.
Este crimen en su momento, crimen cimbró al país por la crueldad con que fue perpetrado, y tuvo muchas consecuencias, sobre todo sociales, porque la gente se solidarizó de una manera sin precedentes, seguimos agradeciendo todas las muestras de cariño y apoyo.
A tres años, la muerte de Rhonita es parte de una estadística que exhibe que en el país no se cuida a las mujeres, que son vulnerables a la sinrazón y que su vida, depende muchas veces, de intereses de otras personas.
Por este hecho, y pensando en todas las mujeres asesinadas, pedimos que se siga una línea de investigación de feminicidio, eran mujeres solas, que cuidaban a niños, que iban sobre caminos apartados y secuestrados por el crimen organizado, de los cuales que ya se había advertido su peligrosidad, y aún así, el gobierno no hizo nada.
Lo que no queremos como país es que las cifras sigan creciendo y que cada asesinato sea condenado y todos pongamos especial atención en ellos. Las mujeres son el pilar de la sociedad, y ningún futuro promisorio podemos tener, si su destino se sigue dejando a la suerte.